08 marzo 2009

Leído por ahí

Un maestro sabio caminaba un día con sus discípulos cuando vio a un hombre, aparentemente borracho, que daba tumbos por el camino. Había una charca profunda en medio y el suelo estaba resbaladizo, por lo que el santo advirtió al hombre que venía tambaleándose: "Tened cuidado, hermano. El suelo es resbaladizo y el agua es profunda. Si os caéis, podéis ahogaros". A lo que el buen hombre contestó: "Y vos tened aún mayor cuidado, maestro. Porque si yo me ahogo, me ahogo solo; pero si vos os ahogáis, se ahogarán muchos otros con vos."
Responsabilidad de los que enseñan, los que dirigen, los que de alguna manera atraen la mirada de otros. Nadie se salva solo ni se ahoga solo. Los discípulos siguen al Maestro. Un resbalón puede causar muchos resbalones. Una caída provoca muchas caídas. Un paso en falso puede llevar a muchos pasos en falso. La charca es profunda, y el suelo está resbaladizo. Siempre lo está en este mundo. Y el consuelo también: Un paso en la dirección debida puede llevar a muchos pasos también en la verdadera dirección. El Maestro cuidadosamente evita la trampa, y los discípulos que lo siguen también la evitarán. Él ve primero lo resbaladizo del suelo y lo advierte. Si él pisa firme, sus seguidores pueden pisar firme detrás de él. Todos nos ayudamos a todos.
El hombre que parecía borracho, no lo era. Le faltaban fuerzas, eso sí, y él lo sabía. Y su propia debilidad lo llevaba a protegerse del peligro. La humildad es la mejor defensa en la vida.
El Maestro recogió la lección, nadie cayó en el charco.

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