29 mayo 2014

Y usted, ¿por qué no se suicida?

Me parece innecesario recordar, a toro pasado, que las elecciones europeas siempre nos dejan sorpresas. Todos ganan, unos porque sacan más que los demás, aunque no tanto como esperaban, otros porque pierden menos de lo esperado o se hacen fuerte en regiones en las que han sustituido a la misma sociedad civil y son casi de su exclusiva propiedad, los demás porque logran algo en vez de nada que era el punto de partida.  En cualquier caso no es sorprendente el auge de los populismos más extremos, si en el pasado se podía elegir en situaciones similares a Ruiz Mateos, Jesús Gil o Cicciolina (¿se acuerdan de esta estrella del porno metida a política?), en el presente la tendencia mira más por quienes prometan ríos de leche y miel o un sueldo a costa del estado a todo hijo de vecino. Es lo típico de las crisis, y en Europa se impone cierto giro a la extrema derecha, mientras que en España, tal vez por la historia reciente, se impone una extrema izquierda bolivariana cargada del populismo más casposo, adjetivo que suelen usar mucho para referirse a otros. ¿Consecuencias? Páginas de análisis atinados y desatinados, personajes mediáticos haciéndose un hueco en la constelación de las celebridades y, como suele decirse, la constatación de un adagio, el populismo no da de comer más que al que lo ejerce. Que los otros partidos tomen nota y, superando tentaciones de hacer lo mismo, se atrevan a hacer lo que tienen que hacer. Nada nuevo, otra vez.
Por cierto, ayer mientras programaba actividades con un par de colaboradoras, salía el tema del poco tiempo, el estrés y la necesidad de un merecido descanso que empezaba a hacerse patente. Lo curioso es que había leído recientemente un artículo que expresaba la necesidad de cierto nivel de estrés que nos provoque activación y nos mueva a lograr las metas. Suelo decir con frecuencia que hay gente muy ocupada que tiene tiempo para todo y gente muy desocupada que no tiene tiempo para nada. Se cumple aquella afirmación evangélica de que el que entrega su vida la gana y el que la quiere conservar la pierde.  

El artículo citado tenía como tremendo título el siguiente: “Y usted, ¿por qué no se suicida?”. La verdad es que llama la atención. La autora venía a constatar que en estos tiempos de crisis aflora un concepto que suele ser bastante técnico como es el de la resiliencia. En el ámbito de la psicología se refiere a patrones de adaptación positiva en el contexto de riesgos o adversidades significativas. Dicho de otro modo, la capacidad de adaptarse, hacerse fuerte, comprometerse y salir adelante cuando aparecen graves problemas en la vida de las personas y todo se vuelve incierto.
En los tiempos difíciles que corren para tantos, cada uno se enfrenta a esas dificultades a la medida de su fortaleza interior y de los valores que le dan sentido a su vida. Citaba la autora a Victor Frankl, que tras vivir el horror de los campos de concentración nazis en primera persona, elaboró una terapia en la que empezaba haciendo esa pregunta a sus pacientes: ¿Usted por qué no se suicida?, es decir,  qué hay que le da sentido a su vida por encima de todo, especialmente en esos momentos de dificultad cuando muchas cosas parecen carecer de importancia y los obstáculos y el sufrimiento parecen insalvables. Encontrar ese deseo y motivación es el punto de partida para empezar un proceso de construcción de una persona resistente (quizá resiliente) a los problemas, con un objetivo vital y un motor que le empuja a alcanzarlo.  Es preciso que no nos quedemos estancados en la cultura de la queja y que vayamos más allá.
Cuando el hombre encuentra un sentido a su vida, cuando tiene un objetivo, una meta a la que desea llegar, no habrá obstáculos suficientes para hacer que se detenga, aprenderá a sobrellevar las cargas, sean físicas o emocionales.
F. Niestzsche afirmó: Quien tiene un por qué para vivir es capaz de soportar casi cualquier cómo.

09 mayo 2014

El delito de meter la pata delante de la televisión



Ryszard Kapuscinski llamó periodismo de rebaño al que se hace sin criterio propio y de acuerdo con lo que hacen los demás para neutralizar la fuerza y calidades de la competencia. Por eso las ruedas de prensa se convierten en la principal fuente de información, los reporteros se aglomeran en los mismos sitios y alrededor de los mismos personajes y todos reproducen los mismos boletines y comunicados. El resultado es que la información en todos los medios es la misma y que cualquier periódico o noticiero da lo mismo, porque todos son prescindibles.
Tal aserto, incluido en un manual de teoría del periodismo, sirve más como  previsión del ejercicio de tan necesaria profesión que como vacuna contra el vicio de practicar el periodismo de rebaño o el amarillismo más descarado. Digo esto, porque la noticia, o mejor dicho, la no noticia de las opiniones de un párroco de un pueblito de nuestra Andalucía, han llegado a ser dignas de boletín de Europa Press y carnaza del amarillismo sensacionalista que antes mencionábamos como peligro y hoy es triste realidad.
Las cohortes del pensamiento políticamente correcto de todo el espectro político han opinado sobre la opinión y han hecho todo tipo de incalificables interpretaciones de las desafortunadas y erróneas palabras del pobre cura que añoraba tiempos menos malos, aunque no expresó tan claramente que también eran malos.  Desafortunadas porque la comparación es entre susto o muerte, y claro elijo susto. Erróneas porque no responden a la realidad de las estadísticas, cosa que los medios tampoco se preocupan de poner de relieve a no ser que no les quede más remedio. Ya saben, que la realidad no te estropee un buen titular. Desafortunadas y erróneas porque son susceptibles de ser malinterpretadas, sin mucho esfuerzo, como una defensa del maltrato por más que eso ni se le pasara por la imaginación al pobre autor. En el mundo de la farándula y el amarillismo, parecerlo es casi peor que serlo.
En fin, el cura y su obispado han pedido disculpas públicas no se sabe muy bien por qué, a no ser que tener una opinión equivocada y manifestarla en público sea susceptible de persecución o delito de algún tipo. Cosa que todavía no, pero ya llegaremos. (A todo esto, la televisión local que hizo el corte y lo difundió también iba a entrar a grabar nada más si yo podía evitarlo).
Por cierto, en la misma semana había un tuit de un dirigente del sindicato de empleados públicos de la comunidad valenciana que manifestaba su preferencia por empalar al cura de una parroquia de Valencia que había resultado agredida días antes, y parece que tal expresión de odio e incitación a la violencia por escrito no fue digna de titular, ni boletín de Europa Press. Supongo que tener un vídeo es más eficaz que tener que leer una opinión por bestia que esta sea. Se hace noticia lo que vende, insisto, amarillismo puro y ausencia de deontología profesional. Nada nuevo.
Hay otra afirmación que me deja pensativo en el manual de teoría del periodismo de Lorenzo Gomís, dice que “Los medios influyen más que en configurar la opinión de la gente sobre los asuntos pendientes, en convencer a todos de que estos son efectivamente los asuntos decisivos. Habrá posiciones encontradas para resolverlos, pero se dará por supuesto que estos son los asuntos que hay que ventilar.”
¿Y usted de qué habla mientras desayuna en el bar o con los amigos? ¿De lo que sabe que ha pasado o de lo que ya le han dado primorosamente interpretado y opinado para sólo tenga que manifestar su escándalo o aprobación según el caso? ¿Es de los que por más que lo niegue se sienta ante unos medios que presentan una "oferta que se basa en la exhibición de la intimidad, el menoscabo de la dignidad y la beatificación de la tontería."? Siga así, apague el pensamiento pero no la televisión, no lea entre líneas, no mire más allá, no está pasando nada que deba conocer, le decimos lo que le importa saber. Bienvenido a 1984.
Buenas tardes y sean críticos, pero no lo confundan con ser criticones, que no es lo mismo, ¿eh?

(Nota para despistados: la opinión de marras, como ya he dicho, me parece desafortunada por el momento y el lugar, errónea porque no responde a la realidad y una estupidez desde el punto de vista de aquello de "cualquiera tiempo pasado fue mejor", pero como diría Voltaire, defiendo su derecho a meter la pata y no ser objeto de escarnio amarillista).
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