29 octubre 2015

Tener derecho a hacer el ridículo



Creo que a la cita de Santo Tomás de la semana pasada le faltó el sexto remedio contra la tristeza que es el sentido del humor. Esa capacidad para reírse de aquello que normalmente nos inquieta y nos desasosiega. Personalmente creo que es un remedio eficaz, aunque no está exento de dificultad. Lo primero porque no se trata de tomárselo todo a risa, lo segundo porque exige un conocimiento preciso del problema para poder descubrir más allá del lado dramático, el aspecto risible.
Dicho esto estoy intentando ver el lado humorístico a la decisión de un concejal de Madrid de poner una placa y hacer un homenaje a un tal Alfon, un angelito que detuvieron con un artefacto explosivo que llevaba para animar la huelga general y que ya había sido detenido y condenado en años anteriores por agresión, hurto y tenencia de drogas. Los nuevos héroes de la juventud.  Supongo que las siguientes placas serán para el Vaquilla, el Dioni, Josu Ternera, el sacamantecas o, siendo más internacionales, un homenaje y monumento a Jack el Destripador, en plan monumento al soldado desconocido, pero con reminiscencias gore en la iconografía.
No es mal momento para recodar aquel adagio que dice que corren malos tiempos cuando los malvados sirven de ejemplo y los buenos de burla. Y me vuelvo a acordar de aquel homenaje al perro cuando no habíamos sido capaces de homenajear al misionero que dio la vida por los enfermos.
Luego resulta que el alcalde de Valencia ordenar retirar todos los símbolos cristianos del tanatorio municipal y del cementerio. Todo un alarde de respeto a la historia, las tradiciones y las creencias de los valencianos,  estamos empezando. En el Rincón de la Victoria el ayuntamiento, ha creado la figura del bautismo y la primera comunión por lo civil. Eso sí, parece que costará un dinerito, lo que no sabemos es la escenografía, si les leerán el código civil o algo parecido. De momento una madre ha pedido la ceremonia para su hija, porque, según dice, “su hija también tiene derecho a una fiesta y a vestirse de princesa”. Lo que induce a pensar que alguien le prohibía tal cosa hasta que, por fin, llegaron estos al poder municipal. Alguien de twitter, comentó atinadamente que nadie le impide a su hija vestirse de princesa, de Batman o de doña Rogelia y tener fiestones todos los días sin tener que caer en el ridículo. El punto está en el argumento de “tener derecho”, se ve que se puede usar para cualquier cosa, por banal y absurdo que sea.
Y a riesgo de que a alguien no le guste, voy a ejercer mi derecho a la ironía sobre estos ejercicios de idiocia. En el lado contrario otros llaman la atención presentando fantásticos programas sociales, prometiendo unicornios para todos y huyendo hacia adelante en vertiginosas declaraciones de independencia a ver si así, declarando la independencia se pueden librar de declarar… ante el juez.
Y para terminar, como dijo el poeta: “Recuerde el alma dormida, /avive el seso y despierte / contemplando / cómo se pasa la vida, / cómo se viene la muerte  / tan callando,”, feliz día de todos los santos y que el día de difuntos nos deje la enseñanza conveniente.

21 octubre 2015

Contra la tristeza

Me van a permitir que este breve espacio haga un acto de resistencia contra lo que la realidad o la actualidad, como quieran llamarla, infunde en quienes estamos despiertos. Y digo de resistencia porque si a algo me induce la mirada al circo patrio es a la tristeza ante la profunda decadencia de ideas y principios en quienes deberían conducir la nación. Ahora toca el estúpido anticlericalismo, con sus gotas de cainismo, para tapar las vergüenzas de la corrupción y el transfuguismo. Es muy socorrido el garrotazo a la Iglesia y a los creyentes para levantar polvareda y que la gente mire en otra dirección. Decía S. Agustín que somos lo que amamos, nos definimos por aquello que elegimos amar. En el caso que nos ocupa, en nuestro presente hay demasiada gente que se define por lo que desprecia, los definen sus odios y los políticos lo saben. Unos lo utilizan con más habilidad y menos escrúpulos que otros. Pero, ¿qué hay si no tras el auge de los radicalismos extremistas más recientes? Parece que es ahí donde quiere pescar el candidato socialista.
Y ante tal ausencia de grandeza, ante tan decadente regreso a lo peor del pasado, uno se siente provocado a la tristeza. Y quiero resistirme a ello, y encuentro en el portal Aleteia los cinco consejos de Santo Tomás de Aquino para vencerla y así no dar ocasión al demonio.


Para el aquinate el primer remedio es un placer cualquiera. Es como si el teólogo de hace siete siglos hubiera ya intuido la idea hoy difundida de que el chocolate es antidepresivo. Puede parecer una visión materialista, pero es evidente que una jornada llena de amarguras recupera muchos puntos gracias a una cerveza en buena compañía.

El segundo remedio propuesto por santo Tomás es el llanto. Es una asignatura pendiente en muchas personas aprender a llorar, saber concederse ese desahogo que rompe el nudo de una melancolía aparentemente invencible.

El tercer remedio es la compasión de los amigos. Ese momento de compartir la intimidad con quien tal vez no diga mucho, pero hace el impagable favor de escucharte de corazón y sin juicios. El daño se redimensiona y parece mucho más pequeño y solucionable.

El cuarto remedio contra la tristeza es la contemplación de la verdad, del fulgor veritatis del que habla san Agustín. Contemplar el esplendor de las cosas, la naturaleza, una obra de arte, escuchar música, sorprenderse por la belleza de un paisaje puede ser un eficacísimo bálsamo contra la tristeza.

El quinto remedio propuesto por santo Tomás es tan accesible como dormir y darse un baño. Como pueden ver, la sensatez del santo es evidente.

Voy a empezar por el principio de la lista este fin de semana y durante la ducha matinal, pondré esa música que estremece el alma.

Se marcharon llorando y vuelven entre consuelos, dice Jeremías, el profeta.

20 octubre 2015

Elijo la alegría

Fuera está lloviendo, las gotas repiquetean insistentes contra el techo, la ventana, las paredes... Mientras suena de fondo una lista musical que se llama "otoño" precisamente.  En la soledad de mi habitación recuerdo una conversación, hoy los niños de sexto han trabajado sobre la alegría. El valor y la experiencia de la alegría. La alegría a la que Jesucristo invita y que nace del encuentro con él. Pero claro, no es tan fácil, nunca lo es. La alegría del encuentro con el amigo, de la visita programada, de la cita en la que el corazón se alegra previamente ante la cercanía del momento. La alegría del encuentro, de la visita inesperada en la que el amigo nos sorprende con su presencia no advertida. Lo crucial es haber vivido esta experiencia, para entender la otra, la relación trascendente, la que va más allá del espacio y el tiempo.
Y también es clave comprender la experiencia contraria, cuando el amigo no llega, cuando su presencia se demora o simplemente ignora el encuentro programado y el corazón se llena de tristeza, de un vacío como hambre de varios días. Decía el sabio que sólo quien ha experimentado la desdicha en algún momento puede comprender verdaderamente la dicha. Pero es tan doloroso.
Yo elijo la alegría, pero acepto lo que la historia me depara.
Pasa casi una hora de la medianoche, sueño, ven pronto y apaga cualquier rescoldo de tristeza.

17 octubre 2015

Homenajes a un perro



El próximo domingo la Iglesia celebra el Domund, ese en que recordamos de forma especial que la misma existencia de la Iglesia es para salir a anunciar y compartir el tesoro de la fe. No necesito insistir en que la tarea comienza en la propia casa, testimoniando, desde la misericordia aquello que es luz de nuestras vidas. Y más allá de nuestras propias casas, grupos, comunidades, pueblos o ciudades, también somos enviados, “en salida” que dice el Papa Francisco, a aquellos lugares donde aún no se conoce el Evangelio. Hace tiempo que descubrimos que en aquellos lugares del África profunda donde difícilmente querría ir nadie, hay misioneros y misioneras. Que cuando la población huye ante la violencia o la enfermedad, los que se quedan o los últimos en irse son esos mismos misioneros.
Hace catorce meses que Miguel Pajares murió afectado por el ébola, él que había elegido vivir su jubilación trabajando en un hospital olvidado de Liberia. No recuerdo haber leído noticia alguna de ese aniversario, igual porque era agosto y las serpientes veraniegas pululaban por la prensa. Pero una mañana me sorprendo con un cartel ocupado por un perro y una leyenda: Homenaje a Excálibur por su primer aniversario. Me froto los ojos y no, no es una broma de esas de internet. Se han convocado concentraciones “animalistas” en diecisiete ciudades españolas de recuerdo y homenaje al perro “ejecutado” según el lenguaje ridículo de los convocantes. Pueden ver carteles con textos como “Excalibur, no te olvidamos”. Me quedo sin palabras y recuerdo aquella frase atribuida a Groucho Marx: “partiendo de la nada hemos alcanzado las más altas cotas de la miseria”.
Más recientemente leo que Comunidad de Madrid multará con hasta 30.000 euros a quien abandone o pegue a su perro. Debe ser que como todo lo importante está resuelto ahora están con una llamada Ley de protección de animales de compañía que también prohíbe el sacrificio de los animales abandonados que recogen los servicios municipales. Y si además, sumamos la diarrea de la progresía patria con motivo del día de la hispanidad, la cantidad de memos y memeces que han salido con motivo de esa fiesta, uno está pensando en nacionalizarse transilvano o mudarse a Ávalon o a algún otro país imaginario dónde huir de tanta estupidez. Mientras, abortar a un ser humano seguirá siendo un derecho para esta gente tan “humana”. Supongan las comillas.
El otro día me encuestaba una jovencita a la puerta de un supermercado sobre los toros, los animales en el circo y el maltrato animal en general, sospecho que para algún trabajo de clase. Y me acuerdo de una frase de Erasmo de Rotterdam al respecto de la educación y los responsables de la misma, de los que dice:
"... pero son mucho más felices aún cuando creen haber dado con algún nuevo método de enseñanza, aunque sean puras extravagancias lo que inculcan a los niños (...). Lo que no sé es con qué charlatanería consiguen a la perfección aparecer, a los ojos de estúpidas madrecitas y de padres idiotas, precisamente tal como ellos mismos desean presentarse".

08 octubre 2015

De niños muertos



Nada resulta más incómodo y perturbador que mezclar la muerte con la infancia. Y esta semana tres noticias al menos nos asaltan desde los medios. Por una parte el inexplicable parricidio de Asunta, la niña china adoptada por ese aún  más inexplicable matrimonio gallego. Qué tipo de retorcido razonamiento o emoción puede llevar a alguien a desear la muerte y desaparición de una hija. Cómo se puede planificar algo así y llevarlo fríamente a la práctica. Y de repente, recuerdo la frase de Chesterton, soy humano y por tanto llevo en mí todos los demonios.
Y si de dejar salir lo peor del ser humano hablamos y de niños víctimas de ello, otra noticia me estraga hasta lo más profundo. Los terroristas del DAESH, también llamado estado islámico, torturan y crucifican a un niño de doce años para obligarle a él y a su padre a apostatar del cristianismo. No es el primer niño que pasa por ahí, no ha sido una muerte accidental, no tenemos fotos conmovedoras en la prensa, así que no vamos a abrirle nuestras casas a su familia ni a su pueblo que sufre cada día el terror sanguinario y asesino de esta pandilla de psicópatas, por el simple hecho de ser cristianos.
El tercer caso es Andrea, una niña con una enfermedad incurable que le va a llevar a la muerte en breve. Para la que sus propios padres han pedido que la dejen de alimentar y así acelerar la muerte. El hospital, contra la opinión de los propios pediatras, ha cedido. Llaman muerte digna a dejar morir de inanición a una niña. Dicen que porque es incurable. Un médico ha dicho: “Veo niños imposibles de curar a diario, y nadie busca acabar con su vida”. Hay algo terriblemente torcido en esa decisión, un barniz de falsa compasión para ocultar lo terrible. La misma vida es una enfermedad que acaba con la muerte, ¿debemos darnos por vencidos y provocarnos anticipadamente la muerte?
Respecto a las familias de Andrea y Asunta uno se pregunta qué enfermedad les aqueja, que falta de entereza y sentido de la justicia. Qué ausencia de ese amor incondicional y sacrificado que es incapaz de hacer daño y, por el contrario, se entregaría con tal de preservar al ser amado. Ese amor que sólo se puede tener en el corazón de una familia, que sólo allí puede crecer y desplegarse, que sólo allí puede aprenderse y que sólo en ese contexto puede configurar la vida del adulto que mañana saldrá a la calle a construir la convivencia y a crear una nueva familia que mantenga ese legado.
Para vivir ese amor hay que entregarlo todo por lo amado. Y si nos conformamos con menos, con lo normal, con ser simplemente buenas personas, la batalla está perdida y los demonios nos han ganado la partida.

02 octubre 2015

¿Es usted un buenista de barra de bar?


Cierto profesor de universidad puso una vez un trabajo a sus alumnos pidiéndoles encarecidamente que no comenzaran la introducción con los manidos tópicos de siempre, después pasó a enumerar una larga lista de  encabezamientos que eran y siguen siendo los más habituales y socorridos para empezar un texto como el que les pedía. Al final los alumnos estaban totalmente desconcertados. Para ellos el Eclesiastés tiene una frase, “no hay nada nuevo bajo el sol” con lo que la tarea parecía imposible. Hoy soy yo el que se siente incapaz de escapar de citar algún lugar común en especial mirando los acontecimientos recientes de nuestro país.
Y es que no quisiera detenerme en los delirios nacionalistas que florecen por todas partes y en particular en las regiones de siempre. El nacionalismo, como tantos ismos que son más fruto de un estado del espíritu que de un razonamiento bien fundado, es una enfermedad que sólo ha traído desgracia dónde se ha extendido. Ni sólo, ni mezclado con idearios de derecha, izquierda o religiosos, ha servido más que para generar enfrentamientos y violencia gratuita, como la historia reciente nos enseña. Aunque parece que no hemos aprendido nada.
El Papa pasó por Cuba y Estados Unidos, y creo que todos esperamos que esa presencia de buen pastor dé frutos en esos países. Aunque ha sido claro y contundente en sus expresiones, incluido el discurso ante las Naciones Unidas, no ha faltado quien ha echado de menos una expresión más clara a favor de la libertad en tierra cubana y una mención más rotunda sobre ese negocio de casquería humana que la empresa Planet Parenthood tiene montado a cuenta de los órganos de bebés abortados. Supongo que siempre hay algo de más y algo de menos en todo lo que se hace, siervos inútiles somos y hacemos lo que podemos.
La crisis de los refugiados ha puesto de moda la solidaridad, todos quieren sentar un pobre a su mesa, digo, acoger un refugiado en su casa. O a lo mejor no, a lo mejor lo que quieren es que se les atienda con dinero ajeno. Hay de todo, quienes han abierto sus casas y quienes prefieren pedir que abran las de otros para calmar su conciencia acongojada. Ha aparecido una nueva patología con un nombre extraño: Eurocentrismo buenista con unas gotas de paternalismo indisimulado. Muchos de los que, conmovidos, gritan ¡vergüenza! ante las imágenes de refugiados amontonados en la frontera o niños ahogados, en realidad piden que sean otros los que se avergüencen, porque ellos están exentos de tal aflicción debido a sus buenos sentimientos alimentados a fuerza de fotos de portada.
La pobreza, la guerra y la violencia contra los indefensos sucede lejos, cada día, sin que nadie grite nada ni haga aspavientos de conciencia sensible, pero no son portada, no salen en el telediario, esos hombres, mujeres y niños no existen, son invisibles. Su sufrimiento y su muerte no importan, simplemente.
En fin, ¿Es usted un buenista de barra de bar? ¿Se deja manipular emocionalmente por la prensa? Buen tema para reflexionar este fin de semana, porque la solidaridad es otra cosa.
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