30 abril 2011

San José Obrero, la lluvia y millones de parados...

Un fin de semana pasado por agua. Nada raro, nada que no haya pasado antes. Aunque a estas alturas del año esperábamos un poco más de sol y tiempo apacible. Este fin de semana celebramos el día del trabajador en Trigueros con una romería a S. José Obrero. No deja de haber cierta ironía en ello dado el laicismo rampante y descerebrado que nos aturde últimamente.
Por otra parte nos acercamos a los cinco millones de parados, lo que es un drama en tantas casas que asusta casi hasta el pánico. Ayer hablaba con una conocida que me contaba la tragedia de un hogar en que no sólo el cabeza de familia ha quedado en el paro, sino que la empresa le adeuda una buena cantidad en sueldos. En casa de un obrero, las deudas son losas imposibles de levantar. Y no es un caso aislado, es así casi todos los días. El resultado es una sensación de impotencia que no sabe uno que hacer con ella.
Luego escucha a uno a políticos de todo pelaje prometer esto y lo de más allá, pero desde aquellos famosos ochocientos mil puestos de trabajo que nunca fueron, la demagogia no me convence, algo he aprendido, aunque sea poco.
Esperemos que el martes, ya que parece que el lunes no va a ser así, nos traiga algo de sol y ya que estamos, San José Obrero, ruega por nosotros.
Saludos.

23 abril 2011

Pasión 2.0

Parece que se ha puesto de moda. Después de aquella "Navidad 2.0" y otras variantes que ya pululaban por la red, ahora, como no, la pasión en versión "dospuntocero".
Está en inglés pero se entiende bastante bien.

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15 abril 2011

¡Están esperando un regalo!

Con matices, es lo que estamos viviendo al nivel de la calle, la abdicación de la iniciativa personal y en los pueblos subsidiados de nuestra Andalucía es aún más grave. 
 El texto de aquí, es un comentario sobre una charla de Phillip Blond.

(...) Blond pone el dedo en la llaga cuando argumenta que el Estado de bienestar (que en muchos aspectos constituye una conquista muy importante para los países europeos) conlleva a la larga una dinámica de pérdida de responsabilidad y protagonismo de las personas y de las comunidades. De esta forma se ha extendido una mentalidad según la cual todo se le debe exigir al Estado y es del Estado de quien debe venir todo. Así pues, la tarea de la sociedad sería reclamar, movilizarse para que el Estado actúe, exigir derechos, pedir soluciones... Se nos ha hecho creer que el Estado es el representante del bien público y por tanto la iniciativa individual y asociada se ha convertido en algo superfluo.

Esta mentalidad la podemos ver por todas partes. Según ella la tarea del pueblo, de la sociedad, de las personas, consistiría en reclamar al Estado para que lo haga todo y lo haga bien: "una sociedad perfecta donde ya no sea necesario ser buenos", que diría el también inglés T. S. Eliot.


Todo europeo lleva esta mentalidad en los tuétanos. Una pequeña muestra ha sido la manifestación de los llamados Jóvenes sin futuro recientemente celebrada en Madrid, que ha secundado movilizaciones parecidas en Lisboa, Londres y otras capitales europeas. Por supuesto, estaban movidos por la extrema izquierda. Pero reconozcamos que había también un grito sincero de impotencia: "esta realidad no nos gusta, nos estáis asfixiando". Seguramente reivindican el panfleto de Stéphane Hessel, Indignaos, que recorre Europa. Pero este grito va acompañado de una clamorosa ausencia de responsabilidad, de una incapacidad de estos jóvenes de ser protagonistas.

Un ejemplo, real como la vida misma: estudiante de instituto que participa en la manifestación de los Jóvenes sin futuro. Una semana antes, un profesor anuncia examen para el lunes: "Profesor, tú no puedes poner examen el lunes, los fines de semana son nuestro tiempo y necesitamos descansar", e inicia una polémica con el profesor delante de todos los compañeros para eliminar el examen y garantizarse un fin de semana tranquilo. Una semana después salía a la calle a pedir "casa", "curro" y "jubilación"...

Este es el problema, ¡están esperando un regalo! Es más, lo exigen. Alguien debería explicar a este adolescente que si quiere conseguir una vida digna, tendrá que ganarla con su trabajo, día a día, y que por ahora, ese trabajo se identifica con el estudio y la realización de exámenes, que no son otra cosa que una modalidad bastante suave de poner a una persona frente a la realidad. Pero esto, es casi seguro que no se lo dirán en su Instituto. (...)

14 abril 2011

La belleza del mundo (y II)

"(...) El alma solo busca el contacto con la belleza del mundo. Cuando el alma huye de algo, huye siempre del horror a la fealdad o del contacto con lo verdaderamente puro. Pues todo lo mediocre huye de la luz, y en todas las almas, excepto las que están próximas a la perfección, hay mucha mediocridad.

En las ocupaciones humanas, cualesquiera sean, nunca está ausente la preocupación por la belleza del mundo, aún cuando sea percibida en imágenes más o menos deformes.

La desgracia obliga a sentir con toda el alma la ausencia de finalidad. Porque la ausencia de finalidad, la ausencia de intención, es la esencia de la belleza del mundo, Jesús hizo observar cómo la lluvia y la luz del sol descienden sobre justos e injustos. Esto recuerda el grito supremo de Prometeo: "cielo por quien gira para todos la misma luz". Platón en el Timeo nos aconseja hacernos por la contemplación semejantes a la belleza del mundo, semejantes a la armonía de los movimientos circulares que hacen suceder y volver los días y las noches, los meses, las estaciones, los años. También en esos movimientos circulares, en su combinación, la ausencia de intención y de finalidad es manifiesta, y la belleza pura resplandece en ellos.

El universo es una patria porque puede ser amado por todos en virtud de su belleza. Es nuestra única patria aquí abajo. Este pensamiento es la esencia de la sabiduría estoica. En cierto sentido es demasiado difícil de amar, porque no la conocemos, pero en otro sentido es demasiado fácil de amar porque podemos imaginarla como nos plazca.

Aquí abajo nos sentimos extranjeros, desarraigados, en exilio. Como Ulises, a quien unos marineros habían transportado durante su sueño, despertaba en un país desconocido y deseaba Itaca con un deseo que desgarra el alma. De pronto Atenas le abre los ojos y se da cuenta de que está en Itaca. Así, todo hombre que desea infatigablemente su patria, todo hombre a quien no lo distraen en su deseo Calipso o las sirenas, percibe un día de pronto que está en su patria.

Siempre que un hombre se eleva a un grado de excelencia aparece en él algo impersonal, algo anónimo. Esto se manifiesta en las grandes obras de arte o del pensamiento, en las grandes acciones. Es pues verdadero en cierto sentido que hay que concebir a un dios impersonal, en el sentido en que supone el modelo divino de una persona que se rebasa a sí misma al renunciarse.

No hay contradicción entre el amor a la belleza del mundo y la compasión. Este amor no impide sufrir por uno mismo cuando se es desgraciado. Tampoco impide sufrir porque los otros sean desgraciados. Está en un plano distinto del plano del sufrimiento. El amor a la belleza del mundo lleva como amor secundario y subordinado a él el amor a todas las cosas verdaderamente preciosas que la mala suerte puede destruir. Excluir a seres humanos de la ciudad arrojándolos entre los desechos sociales es cortar todo lazo de poesía y de amor entre almas humanas y el universo. Es sumergirlos por la fuerza en el horror de la fealdad. Casi no hay crimen mayor. Todos participamos por complicidad en una cantidad casi innumerable de crímenes semejantes. Todos deberíamos, si lo comprendemos, derramar lágrimas de sangre."

Simone Weil.
(De Espera de Dios, Sudamericana, Buenos Aires, 1954)

Iba a comentar algún aspecto de lo que dice S. Weil en este texto, pero me he encontrado analizado el pensamiento filosófico citado e inherente en él y me he vuelto a sentir como un alumno de COU analizando un texto filosófico y, la verdad, me ha provocado cierto desconcierto, así que lamento no ofrecer más que esta hermosa reflexión así, en bruto, que la disfruten.

11 abril 2011

Basura universitaria

Entre que no tengo mucho tiempo y que no siempre la inspiración coincide con los ratos que tengo, estoy un poco apartado, pero este artículo me ha llegado al correo y aunque sea un poco tarde, lo comparto porque estoy sustancialmente de acuerdo con el fondo y con la forma.

Arenas Movedizas, la columna de Carlos Herrera
"Basura universitaria"

Un acopio de energúmenos borrachuzos asaltó la capilla de la Universidad Complutense de Madrid en un muy valiente acto de protesta por la presencia católica en el seno de la misma. Otrosí en la Universidad de Barcelona. Ambos actos, con la sonrisa timorata y cobardona de ambos rectores. En el caso de la de Madrid unas cuantas estudiantes meonas escenificaron la valentía de quedarse en prendas menores junto al altar mientras articulaban danzas tribales. En la barcelonesa desplegaron una pancarta mal redactada en la que reclamaban el carné de católico para poder acceder a la misma. Ambos grupos de futuros parados, que parecen directos herederos de las turbas de los años treinta, exhibieron la vocinglera ignorancia de los fanáticos, la ridícula tendencia a la bufonada que muestran los descerebrados radicales y la violencia extrema de los intolerantes que calientan su temperatura intelectual con calimochos y garrafones.

Toda esa chusma universitaria, la misma que impide a empujones y griterío la libertad de expresión en diversas facultades españolas, decidió violar un derecho fundamental de cualquier ciudadano en cualquier ámbito social: el de reunión y el de culto también. La autoridad, ausente en todo momento, calla como una puta acomplejada y no se atreve a decir ni pío. La turba, hoy orgullosísima de su proeza, justifica su acción con palabras balbucientes y con medias ideas libertarias, mientras se muestra dispuesta a continuar con heroicidades semejantes ante la inacción de quienes deberían, al menos, decirle complacientemente que eso no se hace y que no está bien. Los rectores no sirven ni siquiera para eso. Son unos pobres mierdas.

El anticlericalismo barato, la nostalgia del anarquismo incendiario de los peores años de nuestra historia, ha desembocado en una suerte de delincuencia organizada por un laicismo simplón tan del gusto de alguno de nuestros responsables públicos y en una cobarde reacción de quienes deberían guardar, al menos, la apariencia de garantizar los más elementales derechos. Ya sabemos que no sirven, que están acojonados, que son unos bobalicones y que buscan a diario excusas para no ejercer su autoridad, pero al menos que disimulen algo y aparenten guardar algunas formas. Matones de la peor escoria se dedican a insultar a los estudiantes que dedican unos minutos de su tiempo a acudir a algún oficio religioso de los que se celebran casi clandestinamente en algunas facultades y que no acabo de comprender exactamente en qué molestan a esta compleja mezcla de ignorantes y descerebrados, amigos de escribir en pancartas baratas y en eructar proclamas sectarias y fascistoides. De haber una mezquita en la sede universitaria -que podría haberla sin ninguna objeción-, ninguno tendría huevos de plantarse en la puerta de la misma a escupir cualquiera de sus proclamas. Ahí me gustaría ver a toda esa valiente muchachada comedora de basura ideológica.

Una sociedad que no sabe respetar espacios de libertad de culto y conciencia es una sociedad que no vale la pena, que no es capaz de articular espacios de tolerancia. Una universidad que no sabe reaccionar ante la acción chulesca y bufa de unos colectivos crecidos y desafiantes es una universidad incapaz de formar individuos libres, sujetos que en el futuro deberán comandar una sociedad de emprendedores, liderar el crecimiento colectivo, edificar el progreso y fomentar espacios de libre creación. Si esta excrecencia es la que tiene que edificar la España del mañana, así los coja confesados a los que coincidan con ellos.

Sería deseable que los responsables políticos y sociales que se llenan la boca de libertad y respeto, cuando no de confesionalidad católica, organizaran, si tienen lo que hay que tener, un acto de desagravio y acudieran a algún tipo de oficio con tal de solidarizarse con los pocos o muchos que quieran ejercer su derecho de culto en la Universidad. Y, luego, que los bravos rectores de ambas universidades propongan a los valientes alborotadores que realicen un curso de Erasmus en la Universidad de Teherán. A ver si hay cojones.

01 abril 2011

La belleza del mundo (I)

Porque la hay, a pesar de todo, es cosa de educar la mirada y aprender el arte de reconocerla aún en los rincones más extraños.

"Zeus ha terminado todas las cosas –dice un verso órfico-, y Baco les ha dado remate. Este remate es la creación de la belleza".

La belleza es la única finalidad aquí abajo. Como Kant dijo muy bien, es una finalidad que no contiene ningún fin. Una cosa bella no contiene ningún bien que no sea ella misma, en su totalidad, tal como se nos aparece. Vamos hacia ella sin saber qué pedirle. Nos ofrece su propia existencia. No deseamos otra cosa, la poseemos, y sin embargo deseamos más aún. Ignoramos totalmente qué es eso que deseamos. Quisiéramos llegar hasta detrás de la belleza, pero no es más que superficie. Es como un espejo que nos devuelve nuestro propio deseo de bien. Es una esfinge, un enigma, un misterio dolorosamente irritante. Quisiéramos alimentarnos de ella, pero solo es objeto de la mirada, aparece a cierta distancia. El gran dolor de la vida humana es que comer y mirar sean dos operaciones diferentes.

Ya los niños cuando miran largamente un dulce y lo toman para comerlo –casi lamentándolo, pero sin poder evitarlo- sienten ese dolor. Quizá los vicios, las depravaciones y los crímenes sean casi siempre (o siempre, en esencia) tentativas de comer la belleza. Comer lo que solo hay que mirar." (...)
Simone Weil
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