26 octubre 2017

Comienzos y tal...



Mientras el gobierno se decide si pone en marcha las acciones adecuadas para que los sedicentes dejen de dar la matraca, uno intenta seguir adelante con la puesta en marcha de las actividades cotidianas.
Pienso en cuántos párrocos, religiosas, catequistas y otros agentes de pastoral se enfrentan a lo largo de este mes con similar comienzo de las actividades parroquiales. Cuántos observan con alegría el reencuentro con las personas que se marcharon de vacaciones y que vuelven dispuestos a seguir caminando. También observan, esta vez con tristeza, cuanto esfuerzo se desperdició en grupos que, una vez conseguido lo que querían, no tienen el más mínimo interés en nada más. Y estoy pensando en el año siguiente a la primera comunión, la confirmación o justo ese grupito que hizo el curso prematrimonial o prebautismal y parece que hasta ahí, y porque era obligatorio, estaban dispuestos a llegar, o ese grupo de formación de la hermandad tal que con tanto entusiasmo empezó su formación y ya se cansaron y han vuelto a quedar para bordar, limpiar la cera y pulir metales como principal actividad. Sin embargo, a pesar de la tentación de la tristeza, el evangelio sigue poniéndonos las pilas y empujándonos a subir a Jerusalén y a seguir sembrando, aun conscientes de que hay parte que no dará fruto. Y todo empieza con ilusión, pero sin ser unos ilusos. Porque hay que seguir en la brecha, para dar razón de nuestra esperanza, sea como sea.
Por cierto, el otro día encontré un debate en la red social del pajarito en que se citaba un artículo que planteaba el siguiente dilema: “hay un incendio en una clínica y te encuentras en la tesitura de tener que salvar sólo una de las dos cosas siguientes, un bebé o un recipiente que guarda miles de embriones viables” … El objetivo del dilema es poner en evidencia a los que llama “provida”, es decir, opuestos al aborto. Ya que la gente suele responder que al bebé, y el abortista dirá que si se argumenta que un embrión es ya un ser humano, ha elegido uno frente a miles.
Evidentemente el planteamiento es tramposo, es una aporía, como dije hay un criterio moral por el que se elige la vida de facto frente a la vida en potencia si hay que tomar esa elección indefectiblemente. Pero en nuestra sociedad posmoderna pretender un nivel argumentativo racional es tarea complicada. Esto es algo que muchos no entienden, hay un fundamento racional para la moralidad, no es un mero sentimentalismo nutrido de apariencias.
Luego alguien añadió que ¿y si tuviera que elegir entre un perrito y los embriones viables? Y aquí hay de todo por lo que parece, el sentimental elegirá al perrito, el racional a los embriones, quiero pensar. Ya sabemos que elegirían los animalistas, tan activos hoy. 

Esto me ha recordado un artículo de Javier Vicens que terminaba diciendo lo siguiente: “Los animales domésticos están muy bien. Los creó Dios y los domesticamos nosotros. Los bendijo Dios y mañana (era el día de la bendición de los animales) los bendeciremos nosotros. Pero hay cosas que están bien y cosas que están mal. El que bendice a su loro y maldice a su hermano se irá al infierno con su loro y la culpa no será del loro. El que alimenta a su gato y niega el pan a su hermano se irá al infierno con su gato sin que el gato tenga culpa. Y los que dicen que el perro es el mejor amigo del hombre se sonrojarán en el Purgatorio durante siglos por haber preferido la amistad de un bicho a la amistad de Dios. Porque todo eso está muy mal.
Lo que está muy bien es al amor a Dios sobre todas las cosas que conduce a amar al prójimo como a uno mismo. Quien tal hace, hace bien a todas las criaturas.”

19 octubre 2017

Tiempo de traidores

Pensaba empezar diciendo que es tiempo de traidores, pero me parecía una exageración tal vez. O tal vez no. El asunto catalán que tantos días de discusión y debate nos lleva dando, tiene un futuro oscuro. Y en ese asunto pululan los traidores, los oportunistas y los sujetos sin escrúpulos. Visto en la distancia y sin todos los datos posibles, me recuerda los años duros del país vasco. Cuando Herri Batasuna todavía campaba a sus anchas y hacía de portavoz político de la banda de asesinos de ETA. En su propaganda electoral pintaban un futuro de color de rosa, había arco iris todos los días, la gente paseaba en bicicleta y sonreían y se abrazaban en su futuro independiente sin españoles cerca que les provocaran incomodidad alguna y les obligaran a matarlos por no aceptar su gobierno totalitario. Salvando las distancias, la guerra de la comunicación, la guerra de las mentiras descaradas del nacionalismo consiste en eso. Todo es festivo y alegre, quieren construir el paraíso y hay que ser un malvado español fascista para oponerse. Es lo que venden en los medios que el nacionalismo controla, todos sonríen mientras te golpean con la estelada, te insultan o te menosprecian. Y si tomas, como gobierno responsable, como estado, cualquier medida legal contra su traición, apelan al diálogo llamándote intolerante, ellos que no toleran a nadie que no les dé la razón.
Siempre hay uno... por lo menos.
No sé si ya les comenté una frase del filósofo Fernando Savater en los duros años noventa cuando los nacionalistas vascos apelaban también al diálogo. Decía Savater que los nacionalistas están siempre dispuestos a dialogar con todo el mundo para que les den la razón. Y no hay más. Con estos es exactamente lo mismo, no consideran posible dar ni un paso atrás por muy ilegal e inmoral que sea su posición, diálogo para consolidar sus exigencias. Y pobre España si alguien cede a esa trampa saducea. No conviene olvidar que el nacionalismo se hace portavoz de una entidad imaginaria saturada de contenidos emocionales, explota los recursos de la identidad afectiva hasta el extremo, con lo que un debate racional es imposible. Y ya sabemos o deberíamos saber los desastres que este fenómeno produjo a lo largo del siglo XX, los millones de muertos que los nacionalismos provocaron por todo el mundo. Ante esta crisis, otra cosa que se está dejando claro es con quien está cada uno.
La izquierda que siempre presumió de internacionalista, perdida en la ausencia de ideas y principios, ha optado por ponerse de perfil cuando no apoyar a los traidores en mayor o menor grado. Si hablamos de la extrema izquierda de Unidos Podemos ya da vergüenza contemplar como asocian su odio a todo lo que no sean ellos con el odio nacionalista, ahí son hermanos sin cabeza.
La Iglesia catalana, o parte de ella, se está haciendo el hara-kiri (¿se dice así?) desde hace tiempo y ahora más al sumarse a un nacionalismo incompatible con el Evangelio por más vueltas que le den. El mencionado Savater decía recientemente respecto a la posición de los pensadores: "Los intelectuales somos como las putas: vivimos de gustarle a la gente". A su entender, “hay una cobardía generalizada en España, también entre los intelectuales”, que hace a los eruditos “arrastrarse” con tal de no perder adeptos. “Esa es la enfermedad que los intelectuales han desarrollado en este país”. Respecto al nacionalismo y respecto a otros temas que están en el candelero, todo hay que decirlo.
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