Este domingo pasado estuve en la Sierra de Huelva buscando un lugar para acampar en verano con mi grupo de scouts. El día, soleado y fresco, me permitió disfrutar de una tarde radiante. El lugar al que fui, una dehesa de encinas junto a un pantano enorme, está ahora en todo su esplendor. La hierba verde, los brezos florecidos que llenaban de púrpura los montes, las jaras sembrándolo todo poco a poco de pañuelos blancos, un aire cargado de aromas vibrantes y frescos. Una tarde estupenda en que pude mirar al cielo y disfrutar de un azul espectacular, aunque al final de la tarde empezaron a aparecer las nubes que han traido la lluvia de hoy. También ese cielo poblado de nubes de distinto tipo tenía bastante de espectacular. En ese entorno es fácil desconectar del ruido cotidiano, por un rato todo es transparente y se siente la eternidad contenida en cada cosa, en cada roca, en cada árbol, en cada brizna de hierba aún verde. Todo es pasajero y, sin embargo, hace sentir lo eterno aunque sea fugazmente.
Quería compartir eso, un momento de paz, sólo eso.
¿si puedo apuntarme me dejas?
ResponderEliminarSiempre andamos necesitados de ayuda, los chavales dan guerra y uno se va haciendo mayor...
ResponderEliminarA no; yo si voy, voy a dar guerra.
ResponderEliminar¿pero no íbamos a cadiz para el campamento de verano? Aunque tal y como lo has descrito tiene que estar muy bien
ResponderEliminarNo, si al final no iremos a ninguna parte
ResponderEliminarIremos, iremos. Es que Cadiz está muy difícil y caro, Zufre es mejor, más cerca y más económico.
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