12 noviembre 2009

Bárbaros, imbéciles y hombres culpables.

Llevo un rato intentando comprender al individuo de la noticia y no lo consigo, debo estar bajo de fósforo. Cómo un individuo tan falaz, tan lleno de tópicos y tan lerdo puede ser diputado. El tal Carmelo ha "retado" a la Conferencia Episcopal a que le "envíe la credencial de excomunión"(??) y otras lindezas similares, ya que se ponía a quedar en ridículo.
Mira Carmelo, no seas bobo, no existe la "credencial de excomunión" que yo sepa. ¿Cuándo comulgaste la última vez? Porque solo se excomulga a los que son católicos practicantes, a los no practicantes o no católicos lo que diga la Iglesia les debe dar igual, meterse en ese fregado es signo de cierto nivel de estupidez. Es como cuando hace años la inefable Cristina Almeida afirmó ante la norma recordada con motivo de algún documento episcopal que "entonces estamos todos excomulgados", otra que también solía tirar piedras a los aviones con frecuencia.
Creo que cada vez es más cierta la aseveración de Nicolae Steinhardt que en un alarde de optimismo antropológico explicó los «...tres fenómenos de nuestro tiempo: la invasión vertical de los bárbaros (...), el reino de los imbéciles, la traición de los hombres honrados.
El primero: no es una invasión de bárbaros de otros continentes, sino de sinvergüenzas, una invasión de abajo a arriba. Estos bárbaros ocupan los cargos directivos.
El segundo: los estúpidos y los incultos han llegado al poder —en el sentido más categórico— y, a pesar de todas las leyes económicas y de todas las reglas políticas, hacen majaderías, como idiotas que son.
El tercero: en lugar de oponerse, la gente honrada adopta expectativas benévolas, hacen como que no ven y como que no oyen; en resumidas cuentas, son unos traidores. No cumplen con su deber. Los imparciales y los ingenuos toman nota y callan. Son los más culpables».
Ya escribí de esto antes, lo cual es preocupante.
Y yo no quiero callar, ustedes disculpen.

3 comentarios:

  1. Observo que según se acerca el verano te vas calentando gradualmente. Je, je...

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  2. Pues sí, la verdad es que concebí este blog como un desahogo y últimamente hay tanto tonto suelto...
    Hay dos cosas que enervan especialmente: la estupidez y la mentira. Y el nada honorable diputado usa lo uno y es lo otro con abundancia.
    Además, el párrafo no es mío por más que esté de acuerdo con él cada día más y no quiera ser culpable de no decir algo al menos.

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  3. No si te entiendo. Yo también empecé a escribir la bitácora como terapia. Viene bien.

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