05 diciembre 2008

Convivir con tus manías

Hace unos días leí este artículo en el blog Historias de la Ciencia y no he podido resistir citar el párrafo que pongo más adelante. Demuestra una sensata percepción psicológica del ser humano y sus limitaciones para la convivencia. Si lo miro bien, me siento reflejado, cada vez que he tenido que convivir con gente en espacios limitados durante un tiempo prolongado he sentido esa tendencia a que mis propias manías se interpusieran en el camino de lo importante y frustraran el trabajo de equipo y la necesaria colaboración para que todo funcione. Sin embargo, conocer las propias limitaciones y ver venir esas tendencias es necesario para convivir con los demás y contigo mismo.

Este es el párrafo en cuestión:

Von Braun, aparte de preguntarse por las consecuencias físicas de la sensación de ingravidez, también se daba cuenta que no utilizarían sus músculos y sabía de los problemas de las personas postradas en la cama o escayoladas. Pero lo que más le preocupaba era el aspecto psicológico:

¿Puede un hombre mantenerse sano si permanece encerrado durante más de treinta meses con muchos otros hombres en un área abarrotada del tamaño tal vez el doble de su sala de estar? Al compartir con una docena de personas una pequeña habitación completamente aislada del mundo exterior, al cabo de unas semanas las animadversiones se multiplican. Al cabo de unos pocos meses, sobre todo si la selección de los ocupantes de la habitación se ha hecho al azar, es muy posible que alguien se desquicie. Las pequeñas manías -la manera en que un hombre hace crujir sus nudillos, se suena la nariz, se ríe, habla o gesticula- crean una tensión y odio que podrían conducir al asesinato.

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