Así lo cantó el poeta, aún sin saber que lo cantaba:
Él viene, viene, viene siempre.
¿No oíste sus pasos silenciosos?
En cada instante y en cada edad,
todos los días y todas las noches,
Él viene, viene, viene siempre.
Ha cantado muchas canciones
y de mil maneras;
pero siempre decían sus notas:
Él viene, viene, viene siempre.
En los días fragantes del soleado abril,
por la vereda del bosque,
Él viene, viene, viene siempre.
En la oscura angustia lluviosa
de las noches de julio,
sobre el carro atronador
de las nubes,
Él viene, viene, viene siempre.
De pena en pena mía, son sus pasos
los que oprimen mi corazón,
y el dorado roce de sus pies
es lo que hace brillar mi alegría,
Él viene, viene, viene siempre.
R. Tagore
Pues sí, se ve venir.
ResponderEliminarHay muchos que lo anuncian, hay muchos que viviendo esas realidades nos las comunican como verdaderas certezas.
Y los que lo esperamos, también notamos que el frío que roza nuestra cara nos habla de un cambio,ya falta poco... notamos que una dulce brisa cálida aparecere de vez en cuando contrastando con el frío que nos roza. Creo que es la causa del calor de los corazones de aquellos que saben que la espera es cierta.
Sí, volvemos a esperar sobre certezas vividas. Nuestra espera no es en vano, una vez más.
jesu