Hoy es miércoles de ceniza, lo han adivinado. No sé, recuerdo que de pequeño me impresionaba esa frase que nos recordaba que toda carne es hierba que florece como flor del campo que viento la roza y deja de existir. La fugacidad de la vida se me hacía un peso insoportable aún a mis pocos años de entonces. Sin embargo el tiempo pasado me ha ido haciendo sentir que tras lo marchito hay un aliento de eternidad, que aunque nada parece durar siempre hay un Siempre que me ha hecho suyo, que hay algo Eterno tras lo marcesible y caduco. Lo intuyo, lo presiento y lo barrunto aunque se escape y no pueda apoderarme de él. Tal vez la Cuaresma sea ese tiempo necesario para dejar de intentar adueñarse de Dios y dejar que sea Él quien se adueñe de uno. Tal vez.
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