27 junio 2008

La insidia como género literario.

Hace unas semanas leía un artículo en "La Iglesia en la prensa" que me hacía reflexionar sobre el estilo con que se abordan hoy día muchos asuntos relacionados con la Iglesia y también con cualquier discrepancia del pensamiento políticamente correcto que se nos impone.
Dicho artículo comenzaba con la siguiente frase:
Si yo digo en voz alta a un colega, delante de otras muchas personas: “Eh, debes vencer la tentación de beber vodka, pues es algo verdaderamente nefasto”, la gente que me oiga pensará que mi colega tiene problemas con el alcohol. En realidad, yo no he dicho eso. Tal vez me he limitado a enunciar un discurso general, válido también para mí. Pero la gente no lo entenderá así. Pensará que existe realmente un problema. Es una situación insidiosa que coloca a mi colega en la desagradable coyuntura de tener que defenderse de algo que no es sino una maliciosa ocurrencia mía.
¿Les suena? Demasiadas veces me siento sometido a la tesitura de tener que defender mi postura no frente a cuestionamientos basados en hechos, sino frente a meras insidias sin más apoyatura real. Es más, cuanto más insisto en que simplemente no hay datos y que la historia o la investigación seria de los hechos no permiten pensar así, más se reafirma a veces el otro en la opinión general que es la base de su argumentario. Una vez construido e tópico y puesto a circular, a ver quién lo agarra y lo pone bajo control.
El debate sobre la apostasía derivó en algo así, basta que un grupo que necesita reafirmar su menguante identidad asuma el tema como propio, para que cualquiera que se le oponga o intente razonar sea un peligroso "ultra-loquesea", no hay razonamiento ni evidencia que les cambie el rumbo. Item más, aparece el tema de la financiación y surge la falsedad: "claro, como reciben subvención por el número de bautizados". No importa que no sea cierto, siempre quedará la mancha tras la "churretada", se trata de vencer al otro, si no con la verdad, con la insidia. Muy digno, muy democrático, muy ético (lease todo esto en tono irónico); pero claro, decir estas cosas y no callar frente al insidioso, debe ser crispar el ambiente.
En fin.

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