Los lunes suelen ser un mal día. Reencontrarse tras el fin de semana con la rutina diaria cuesta cierto esfuerzo y no siempre se aborda el día con el ánimo adecuado. Dicho esto, hoy ha sido para mí, un lunes bastante malo. Podía haber sido mucho peor de mil maneras diferentes, estoy seguro. Si miro lo pasado con otra óptica no es tan malo. Pero como tengo este blog para desahogarme, os lo voy a contar.
He llegado al instituto bastante puntualmente para ser el primer día de la semana, vamos que he llegado unos minutos antes de tiempo y he podido elegir plaza de aparcamiento, por ahí bien. La primera clase en paz. Los chicos y chicas de segundo de la ESO de este año son bastante buenos (quitando al tonto de guardia, que siempre hay uno) y la clase ha transcurrido en paz. Les he hablado de la importancia de ser agradecido y todo eso y creo que algunos me entendieron mejor que otros.
Pero llegó la segunda hora, un tercero de la ESO que tiene todos los ingredientes para ser bueno pero ha elegido ser otra cosa. Actúan con orgullo y exceso de dignidad para lo que les conviene y se comportan como niños de babero el resto del tiempo. Hacérselo ver o sólo intentarlo es un grave error. Los que más pasan del profesor, los más bocazas la mayoría del tiempo, son los primeros en recriminar cualquier exceso que ellos mismos han provocado. Y yo ya por ahí no paso. Será la edad, será que es lunes, pero tonterías ninguna. Así que empecé bien y acabé en una estúpida discusión con el orgullo y la soberbia de unos adolescentes que se lo tienen creído, demasiado creído (no todos, por supuesto). Ellos no van a dejar al profesor pasar ni una, mientras lo humillan el resto del tiempo con su actitud de apatía, indiferencia y pasotismo. En fin, una actitud indignante de propia de niñatos/as que creen que siempre tienen razón y no están dispuestos a escuchar las verdades del barquero. Ya sé que es un error entrar en ciertos debates, sobre todo porque sus padres los han educado así y no hay remedio, que es inútil intentar enseñar respeto a quienes no se respetan ni a sí mismos, pero a veces se me escapa, que queréis, soy humano y el vaso se desborda de vez en cuando. Siempre acabo proponiéndome no volver a caer en esas trampas, pero con el tiempo bajo la guardia y pasan estas cosas.
Bueno, luego me voy a casa, estoy en casa de mal humor y estoy susceptible con mi madre, más de la cuenta por un buen rato.
Como se acerca el mes de los difuntos, he llevado a mi madre al cementerio a ver el estado de las lápidas de la familia. Ya podéis imaginar el ánimo que me provoca el cementerio. Para mí cada lápida oculta una historia, una vida llena de las grandezas y sinsabores de toda vida, a la vez que apunta a la esperanza. Bebés, niños de distinta edad, jóvenes, mayores, ancianos... Matrimonios y grupos familiares se encuentran por todas partes, algunas lápidas con foto incluida, gente mayor, gente seria o gente sonriente. Mi madre recordando muchas de las historias, de cómo eran mientras vivían, etc. Al salir el horizonte estaba como mí animo, nublado y sombrío, pero dejando pasar algún rayo de luz de un sol escondido.
Más tarde me he encontrado a Santi y eso me ha animado, lo conocí con trece años y era un gamberrete simpático pero con la cabeza a pájaros. Ahora ya es un hombre que se toma en serio su trabajo y se queja que la gente joven no sabe ni trabajar ni muestra deseos de aprender, con lo que acaban despidiendo a muchos hasta que encuentran gente adecuada para mantener el trabajo de la empresa a la que pertenece. El es un trabajador experto, no el dueño, pero le toca aguantar a los que llegan con más dignidad y exigencias que capacidad de trabajo y aprendizaje. ¡Quién lo ha visto y quién lo ve! Me ha animado la charla con él, he compartido que ese problema empieza de pequeño, antes de la ESO quizá.
Después de arreglar un picaporte en casa, besar a mis sobrinos y visitar a mi hermana y mi cuñado y tomar unas cervezas con dos amigos, me he venido a casa. Bueno, parece que la jornada terminó... o no.
Me ha llamado por teléfono una persona para quejarse de algo que aún no ha sucedido. Sí, así. Hemos alquilado una casa para el grupo scout y otros grupos parroquiales. Está frente a la suya y tiene un hermano hemipléjico, no habla pero lleva once años con una situación estable aunque dependiente en casi todo. A este hermano le molestan los niños y su ruido, pero tiene que estar en la ventana de su habitación que da a la calle, es donde le gusta estar. ¿Problema? No quiere que alquilemos esa casa porque vendrán (futuro) niños y harán ruido y ese ruido (el de los niños, no el de coches, motos y otras personas) le molesta especialmente. Le he dicho que si por mí fuera, no nos iríamos a esa casa, que preferiría otra de planta baja (ésta es un primer piso), pero que no hay, que llevamos todo el verano buscando y no encontramos. ¿Su sugerencia? Ninguna, que si no tiene que haber scouts o grupos de catequesis que no los haya... toma del frasco carrasco. Incluso le he dicho que vamos a empezar más de mes y medio después de la fecha, que intentaremos no hacer ruido, que hay posibilidad de otro local en otro sitio que estará disponible en unos meses y que sólo estaríamos una temporada porque nos urge empezar. ¿Se ha mostrado razonable? No, se ha molestado y se ha enfurruñado. Cosa que parece haber hecho también con otras dos personas, la dueña de la casa y alguien de grupo scout. Cuando la gente se pone irracional y soberbia, no atiende a razones.
Menudo lunes.
He llegado al instituto bastante puntualmente para ser el primer día de la semana, vamos que he llegado unos minutos antes de tiempo y he podido elegir plaza de aparcamiento, por ahí bien. La primera clase en paz. Los chicos y chicas de segundo de la ESO de este año son bastante buenos (quitando al tonto de guardia, que siempre hay uno) y la clase ha transcurrido en paz. Les he hablado de la importancia de ser agradecido y todo eso y creo que algunos me entendieron mejor que otros.
Pero llegó la segunda hora, un tercero de la ESO que tiene todos los ingredientes para ser bueno pero ha elegido ser otra cosa. Actúan con orgullo y exceso de dignidad para lo que les conviene y se comportan como niños de babero el resto del tiempo. Hacérselo ver o sólo intentarlo es un grave error. Los que más pasan del profesor, los más bocazas la mayoría del tiempo, son los primeros en recriminar cualquier exceso que ellos mismos han provocado. Y yo ya por ahí no paso. Será la edad, será que es lunes, pero tonterías ninguna. Así que empecé bien y acabé en una estúpida discusión con el orgullo y la soberbia de unos adolescentes que se lo tienen creído, demasiado creído (no todos, por supuesto). Ellos no van a dejar al profesor pasar ni una, mientras lo humillan el resto del tiempo con su actitud de apatía, indiferencia y pasotismo. En fin, una actitud indignante de propia de niñatos/as que creen que siempre tienen razón y no están dispuestos a escuchar las verdades del barquero. Ya sé que es un error entrar en ciertos debates, sobre todo porque sus padres los han educado así y no hay remedio, que es inútil intentar enseñar respeto a quienes no se respetan ni a sí mismos, pero a veces se me escapa, que queréis, soy humano y el vaso se desborda de vez en cuando. Siempre acabo proponiéndome no volver a caer en esas trampas, pero con el tiempo bajo la guardia y pasan estas cosas.
Bueno, luego me voy a casa, estoy en casa de mal humor y estoy susceptible con mi madre, más de la cuenta por un buen rato.
Como se acerca el mes de los difuntos, he llevado a mi madre al cementerio a ver el estado de las lápidas de la familia. Ya podéis imaginar el ánimo que me provoca el cementerio. Para mí cada lápida oculta una historia, una vida llena de las grandezas y sinsabores de toda vida, a la vez que apunta a la esperanza. Bebés, niños de distinta edad, jóvenes, mayores, ancianos... Matrimonios y grupos familiares se encuentran por todas partes, algunas lápidas con foto incluida, gente mayor, gente seria o gente sonriente. Mi madre recordando muchas de las historias, de cómo eran mientras vivían, etc. Al salir el horizonte estaba como mí animo, nublado y sombrío, pero dejando pasar algún rayo de luz de un sol escondido.
Más tarde me he encontrado a Santi y eso me ha animado, lo conocí con trece años y era un gamberrete simpático pero con la cabeza a pájaros. Ahora ya es un hombre que se toma en serio su trabajo y se queja que la gente joven no sabe ni trabajar ni muestra deseos de aprender, con lo que acaban despidiendo a muchos hasta que encuentran gente adecuada para mantener el trabajo de la empresa a la que pertenece. El es un trabajador experto, no el dueño, pero le toca aguantar a los que llegan con más dignidad y exigencias que capacidad de trabajo y aprendizaje. ¡Quién lo ha visto y quién lo ve! Me ha animado la charla con él, he compartido que ese problema empieza de pequeño, antes de la ESO quizá.
Después de arreglar un picaporte en casa, besar a mis sobrinos y visitar a mi hermana y mi cuñado y tomar unas cervezas con dos amigos, me he venido a casa. Bueno, parece que la jornada terminó... o no.
Me ha llamado por teléfono una persona para quejarse de algo que aún no ha sucedido. Sí, así. Hemos alquilado una casa para el grupo scout y otros grupos parroquiales. Está frente a la suya y tiene un hermano hemipléjico, no habla pero lleva once años con una situación estable aunque dependiente en casi todo. A este hermano le molestan los niños y su ruido, pero tiene que estar en la ventana de su habitación que da a la calle, es donde le gusta estar. ¿Problema? No quiere que alquilemos esa casa porque vendrán (futuro) niños y harán ruido y ese ruido (el de los niños, no el de coches, motos y otras personas) le molesta especialmente. Le he dicho que si por mí fuera, no nos iríamos a esa casa, que preferiría otra de planta baja (ésta es un primer piso), pero que no hay, que llevamos todo el verano buscando y no encontramos. ¿Su sugerencia? Ninguna, que si no tiene que haber scouts o grupos de catequesis que no los haya... toma del frasco carrasco. Incluso le he dicho que vamos a empezar más de mes y medio después de la fecha, que intentaremos no hacer ruido, que hay posibilidad de otro local en otro sitio que estará disponible en unos meses y que sólo estaríamos una temporada porque nos urge empezar. ¿Se ha mostrado razonable? No, se ha molestado y se ha enfurruñado. Cosa que parece haber hecho también con otras dos personas, la dueña de la casa y alguien de grupo scout. Cuando la gente se pone irracional y soberbia, no atiende a razones.
Menudo lunes.
Hola Rafa
ResponderEliminarPasaba por aquí después de unas vacaciones en Portugal y me he puesto al día leyendo tus últimos posts.
Menudo lunes, sí señor. Desde aquí te mando ánimos para que no desesperes. Hace poco ha nacido mi primer hijo y no pasa un día sin que rece para que su ángel de la guarda empiece a hacer horas extra dentro de diez o doce años.
A propósito de los chavales de la ESO, frecuento el blog de un sacerdote llamado Enrique Monasterio. El blog se llama "Pensar por libre" y está alojado aquí en Blogger.
http://pensarporlibre.blogspot.com
Enrique Monasterio también trata con chavales jóvenes. He pensado que quizá gustaríais de intercambiar opiniones.
Un saludo
Gracias por tus comentarios, visitaré a Enrique.
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