Me sabe mal empezar con un tópico, pero es inevitable caer en él. Me refiero al, “yo ya dije que esto se veía venir”, o el que avisa no es traidor. Si hay alguien que maneje bien la propaganda y el arte de la movilización, aunque sea a base de mentiras, es la izquierda, dicho sea con ánimo meramente descriptivo y de información histórica. No olvidemos que la mentira es también un arma revolucionaria, como ya dijeron famosos epígonos del sector en el pasado fundacional.
Parece que cada sector ideológico tiene un plantel incondicional de creyentes que están dispuestos a no moverse un milímetro de sus posiciones, luego hay un sector más variable pero que también traga bastante con las mentiras y corruptelas cuando son de los propios mientras monta la gorda cuando son de los demás. Sólo así se entiende que se perdone el plagio de la tesis, el uso indiscriminado del avión presidencial, y el colocar a la señora en un puestazo generosamente remunerado y sin más curriculum que ser la esposa de su persona. Y los que en un pasado no tan lejano afearon a Rajoy que tuviera viviendo con él a su padre de más de noventa años, proporcionándole los cuidados necesarios, ahora callan como puertas.
El despropósito de la administración andaluza en cuanto a duplicidades, colocaderos de afines y familiares y fastos con cargo al erario público no tiene en la prensa que presume de exquisitez moral, ni la décima parte de importancia que los tres trajes del malhadado y dimitido presidente valenciano. El hermano de la esposa de un cuñado de un cargo motiva un escándalo en quienes se callaban cuando los hermanísimos vivían a costa de contratos públicos porque “todo el mundo tiene derecho a trabajar”. Y no pasa nada, porque son de los nuestros y los votaremos lo que haga falta de veces. Y en el sector de enfrente la tendencia no es mejor, pero el control público y el castigo electoral sí que lo es, en eso hay una falta de simetría atroz. Nos falta madurez democrática para no permitir que los únicos que quieran gobernar sean los más incapaces.
La última película de Marvel está rompiendo récords de taquilla. Una curiosidad para que veamos como funcionan los grupos de presión que están controlando hoy la política y los ámbitos culturales. En Estados Unidos hay una polémica porque apenas aparecen dos líneas de guion con temática gay, los lobby LGTB están indignados, esperaban más. Esa vigilancia y presión es lo que hace que la mayoría de las series que triunfan, incluyan relaciones de ese tipo y momentos que yo llamo “pedagógicos” para hacer ver la “normalidad” de eso y dejar a cualquier discrepante como un peligroso intolerante. De esa “normalidad” no se puede disentir. Cualquier serie que quiera triunfar, no importa en que época esté ambientada, tiene que reflejar esa “diversidad”, obsérvenlo, está a simple vista. Y funciona, junto con la educación para la ciudadanía de los colegios que hacen salir a los niños indignados contra situaciones y gente que no conoce, pero que ya odian porque les han dicho que son lo peor, homófobos, xenófobos o simplemente machistas. Educar en la intolerancia por una buena causa, no puede ser positivo ni como remedio a otras intolerancias. Ya lo vamos viendo.
Sobre la matanza de cristianos en Sri Lanka (quién se acuerda), una frase de Remí Brague traída por Miguel A. Quintana a propósito del pacifismo bobalicón: “Existe ese riesgo de confusión. Cristo nos pide poner la otra mejilla si alguien nos abofetea. Pero no nos pide que dejemos que abofeteen al prójimo y, mucho menos aún, que demos rienda suelta, sin castigo, a aquellos que tienen la intención de abofetear a cuanta más gente sea posible, -y si al fin y al cabo se tratara sólo de bofetadas…-”.
¿Seré despistado? ¡Acabo de descubrir tu blog! :-)
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