Me ha llamado la atención este artículo de Ignacio Ruiz-Quintano en ABC por lo que denuncia de la condición humana y, en especial, de esa condición cainita tan española que nuestros próceres de hoy se han empeñado en recuperar y magnificar.
El párrafo en cuestión y que ustedes lo digieran:
(...) Pero un episodio de Ruano en sus memorias me descubrió en MM al vulgar español de toda la vida.
–Con Manolo –anota Ruano– me pasó algo desagradable ya en el año 1936, poco antes de irme yo a Italia… Nos encontrábamos en un teatro y él estaba con Cansinos-Assens. Era el entreacto y me fui derecho a ellos… Hice ademán de abrazarle. Con gran sorpresa mía se libró de aquel abrazo y me soltó, muy fresco, lo que menos me podía esperar: “Mire usted, querido Ruano: usted me estima y yo le correspondo, pero son tiempos de pocas bromas y usted tiene fama de fascista. De modo que le agradeceré que no se muestre tan efusivo conmigo en público, porque yo soy un republicano que está con el pueblo.” Aquello me pareció una estupidez y no pude contener la respuesta: “Descuide usted, Manolo. Ni en público ni en privado. Por mí puede usted irse a la mierda.” (...)
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