Bueno, eso de "reyes" es relativo, en realidad no tenemos datos para pensar que eran reyes. Fueron coronados por la tradición y la devoción algunos años después, el Evangelio habla de "magos". Pero no este el tema de este artículo aunque hoy sea día de padres jugando con los juguetes de los niños y de niños con juguetes que les vienen grandes. Pónganse en situación: ¿pondrían en la habitación de su hijo/a de nueve años un teléfono? Normalmente uno respondería: No, qué va, para qué, menudo facturón podría resultar, etc. Pues hoy es el día en que se ve a niños de esa edad con su flamante móvil de trescientos euros con acceso a internet, cámara de x megapíxeles, etc. ¿Estamos todos locos o qué?
Aunque en realidad tampoco era eso para lo que me puse a escribir. Lo que quería contaros es lo siguiente. A raíz de la concentración por la familia del domingo día treinta, día de la sagrada familia. A raíz de algunas de las opiniones que se vertieron, ha habido un amplio rasgarse de las vestiduras de bastante progresista trasnochado y, sobre todo, del gobierno y el partido que lo sustenta. Yo no estoy de acuerdo con todo lo que se dijo en esa concentración, aunque sí con la idea de reafirmar la identidad de un tipo de familia, la real, la de siempre, y además la familia cristiana. Hay otros modos de convivencia pero no son "estricto sensu" familia por mucho que se empeñe el legislador. Los apelativos de "tradicional" que se le dan a la familia, como para decir que hay otros tipos, son "tics" propagandísticos y consecuencia de un lenguaje políticamente correcto que quiere enmascarar la realidad.
Me dan miedo ciertas reacciones que prohibirían expresiones que tachan de "ultraconservadoras" o "antidemocráticas" a las opiniones del susodicho domingo. A mi lo que me parece antidemocrático es esa actitud que prohibiría toda opinión discrepante de la oficial y que prohibiría toda expresión crítica con el gobierno. ¿Son ciudadanos con menos derechos los que se concentraron el domingo? ¿No son ciudadanos de este estado? Hay quien se ha lanzado en una lluvia de descalificaciones para ridiculizar y desprestigiar. Se trata del viejo lema: "calumnia que algo queda". Como dije a un amigo que me preguntó, a lo mejor yo no hubiera dicho las cosas de ese modo, pero seguro que mis opiniones tampoco hubieran sido cómodas para un gobierno que se obstina en no ver los verdaderos problemas de la gente y en ignorar a una parte de sus ciudadanos. En todo caso, sigo la máxima apócrifa atribuida a Voltaire, ilustre anticatólico: "No estoy de acuerdo con lo que usted dice, pero lucharé hasta la muerte para que tenga el derecho de decirlo".
Y mira por donde, respecto a quienes parecen vivir siguiendo consignas, encuentro un texto divertido en una web de mi blogroll: Embajador en el infierno, que a su vez viene de otro blog con un nombre que a veces yo uso para definir actitudes superficiales, desinformadas, vociferantes y atorrantes: Hijos de la LOGSE. El texto en cuestión es este, atención a las negritas.
“El izquierdismo [en los años 30], pues, de Alvarito Palmares era nada más que una prolongación de su famoso raid Madrid-Oviedo, pasando por las Azores. Presumía de izquierdista, como presumía de aviador; como en el colegio había presumido de su primer cigarro. ¡Cosas de hombres!Porque, para Alvarito Palmares, ser «izquierdista» consistía, un poco confusamente,en esta lista de cosas arbitrarias:
Acostarse y levantarse tarde.
No aplaudir en los toros cuando entraba el rey [o quedarse sentado cuando pasa la bandera de los EEUU].
Sostener, sin haberlo leído, que Unamuno escribe «bestialmente». Creer que todos los marqueses juegan al polo.
Opinar que las tierras destinadas a las ganaderías de toros bravos pueden servir para criar naranjos.
Decir que el problema de España es «un problema de cultura» [y que con la Logse han arreglado algo o que la culpa la tienen los padres].
Pensar que el nuncio come todos los días salmón con mayonesa.
Creer que todas las cosas —salvo, naturalmente, los cabarets, el Instituto Escuela y algunas otras más— están hechas «con dinero de los jesuitas» [hoy dirían del Opus].
Figurarse que un latifundio es un cortijo muy grande que su amo deja inculto por el gusto sádico de perder dinero.
No ser bolchevique, pero pensar que «lo de Rusia es una experiencia interesante» [hoy es Cuba o Venezuela la experiencia "interesante"]. No llevar sombrero.
Recordar compasivamente a Primo de Rivera.
Decir «las urnas» en vez de «las elecciones» y la «calle» en vez de «la opinión pública».
Opinar que los obispos no son cristianos.”
Actualización: descubro esta viñeta de Mingote, completamente actual y la vida misma dibujada. Abc 4.01.2008. Gracias a Danieltercero.net.
Actualización II: Creo que este artículo de Javier Caraballo coincide bastante con lo que he querido decir.
Aunque en realidad tampoco era eso para lo que me puse a escribir. Lo que quería contaros es lo siguiente. A raíz de la concentración por la familia del domingo día treinta, día de la sagrada familia. A raíz de algunas de las opiniones que se vertieron, ha habido un amplio rasgarse de las vestiduras de bastante progresista trasnochado y, sobre todo, del gobierno y el partido que lo sustenta. Yo no estoy de acuerdo con todo lo que se dijo en esa concentración, aunque sí con la idea de reafirmar la identidad de un tipo de familia, la real, la de siempre, y además la familia cristiana. Hay otros modos de convivencia pero no son "estricto sensu" familia por mucho que se empeñe el legislador. Los apelativos de "tradicional" que se le dan a la familia, como para decir que hay otros tipos, son "tics" propagandísticos y consecuencia de un lenguaje políticamente correcto que quiere enmascarar la realidad.
Me dan miedo ciertas reacciones que prohibirían expresiones que tachan de "ultraconservadoras" o "antidemocráticas" a las opiniones del susodicho domingo. A mi lo que me parece antidemocrático es esa actitud que prohibiría toda opinión discrepante de la oficial y que prohibiría toda expresión crítica con el gobierno. ¿Son ciudadanos con menos derechos los que se concentraron el domingo? ¿No son ciudadanos de este estado? Hay quien se ha lanzado en una lluvia de descalificaciones para ridiculizar y desprestigiar. Se trata del viejo lema: "calumnia que algo queda". Como dije a un amigo que me preguntó, a lo mejor yo no hubiera dicho las cosas de ese modo, pero seguro que mis opiniones tampoco hubieran sido cómodas para un gobierno que se obstina en no ver los verdaderos problemas de la gente y en ignorar a una parte de sus ciudadanos. En todo caso, sigo la máxima apócrifa atribuida a Voltaire, ilustre anticatólico: "No estoy de acuerdo con lo que usted dice, pero lucharé hasta la muerte para que tenga el derecho de decirlo".
Y mira por donde, respecto a quienes parecen vivir siguiendo consignas, encuentro un texto divertido en una web de mi blogroll: Embajador en el infierno, que a su vez viene de otro blog con un nombre que a veces yo uso para definir actitudes superficiales, desinformadas, vociferantes y atorrantes: Hijos de la LOGSE. El texto en cuestión es este, atención a las negritas.
“El izquierdismo [en los años 30], pues, de Alvarito Palmares era nada más que una prolongación de su famoso raid Madrid-Oviedo, pasando por las Azores. Presumía de izquierdista, como presumía de aviador; como en el colegio había presumido de su primer cigarro. ¡Cosas de hombres!Porque, para Alvarito Palmares, ser «izquierdista» consistía, un poco confusamente,en esta lista de cosas arbitrarias:
Acostarse y levantarse tarde.
No aplaudir en los toros cuando entraba el rey [o quedarse sentado cuando pasa la bandera de los EEUU].
Sostener, sin haberlo leído, que Unamuno escribe «bestialmente». Creer que todos los marqueses juegan al polo.
Opinar que las tierras destinadas a las ganaderías de toros bravos pueden servir para criar naranjos.
Decir que el problema de España es «un problema de cultura» [y que con la Logse han arreglado algo o que la culpa la tienen los padres].
Pensar que el nuncio come todos los días salmón con mayonesa.
Creer que todas las cosas —salvo, naturalmente, los cabarets, el Instituto Escuela y algunas otras más— están hechas «con dinero de los jesuitas» [hoy dirían del Opus].
Figurarse que un latifundio es un cortijo muy grande que su amo deja inculto por el gusto sádico de perder dinero.
No ser bolchevique, pero pensar que «lo de Rusia es una experiencia interesante» [hoy es Cuba o Venezuela la experiencia "interesante"]. No llevar sombrero.
Recordar compasivamente a Primo de Rivera.
Decir «las urnas» en vez de «las elecciones» y la «calle» en vez de «la opinión pública».
Opinar que los obispos no son cristianos.”
Actualización: descubro esta viñeta de Mingote, completamente actual y la vida misma dibujada. Abc 4.01.2008. Gracias a Danieltercero.net.
Actualización II: Creo que este artículo de Javier Caraballo coincide bastante con lo que he querido decir.
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