02 octubre 2015

¿Es usted un buenista de barra de bar?


Cierto profesor de universidad puso una vez un trabajo a sus alumnos pidiéndoles encarecidamente que no comenzaran la introducción con los manidos tópicos de siempre, después pasó a enumerar una larga lista de  encabezamientos que eran y siguen siendo los más habituales y socorridos para empezar un texto como el que les pedía. Al final los alumnos estaban totalmente desconcertados. Para ellos el Eclesiastés tiene una frase, “no hay nada nuevo bajo el sol” con lo que la tarea parecía imposible. Hoy soy yo el que se siente incapaz de escapar de citar algún lugar común en especial mirando los acontecimientos recientes de nuestro país.
Y es que no quisiera detenerme en los delirios nacionalistas que florecen por todas partes y en particular en las regiones de siempre. El nacionalismo, como tantos ismos que son más fruto de un estado del espíritu que de un razonamiento bien fundado, es una enfermedad que sólo ha traído desgracia dónde se ha extendido. Ni sólo, ni mezclado con idearios de derecha, izquierda o religiosos, ha servido más que para generar enfrentamientos y violencia gratuita, como la historia reciente nos enseña. Aunque parece que no hemos aprendido nada.
El Papa pasó por Cuba y Estados Unidos, y creo que todos esperamos que esa presencia de buen pastor dé frutos en esos países. Aunque ha sido claro y contundente en sus expresiones, incluido el discurso ante las Naciones Unidas, no ha faltado quien ha echado de menos una expresión más clara a favor de la libertad en tierra cubana y una mención más rotunda sobre ese negocio de casquería humana que la empresa Planet Parenthood tiene montado a cuenta de los órganos de bebés abortados. Supongo que siempre hay algo de más y algo de menos en todo lo que se hace, siervos inútiles somos y hacemos lo que podemos.
La crisis de los refugiados ha puesto de moda la solidaridad, todos quieren sentar un pobre a su mesa, digo, acoger un refugiado en su casa. O a lo mejor no, a lo mejor lo que quieren es que se les atienda con dinero ajeno. Hay de todo, quienes han abierto sus casas y quienes prefieren pedir que abran las de otros para calmar su conciencia acongojada. Ha aparecido una nueva patología con un nombre extraño: Eurocentrismo buenista con unas gotas de paternalismo indisimulado. Muchos de los que, conmovidos, gritan ¡vergüenza! ante las imágenes de refugiados amontonados en la frontera o niños ahogados, en realidad piden que sean otros los que se avergüencen, porque ellos están exentos de tal aflicción debido a sus buenos sentimientos alimentados a fuerza de fotos de portada.
La pobreza, la guerra y la violencia contra los indefensos sucede lejos, cada día, sin que nadie grite nada ni haga aspavientos de conciencia sensible, pero no son portada, no salen en el telediario, esos hombres, mujeres y niños no existen, son invisibles. Su sufrimiento y su muerte no importan, simplemente.
En fin, ¿Es usted un buenista de barra de bar? ¿Se deja manipular emocionalmente por la prensa? Buen tema para reflexionar este fin de semana, porque la solidaridad es otra cosa.

13 septiembre 2015

La buena voluntad

Albert Camús en "La Peste" escribió acertadamente que la buena voluntad sin clarividencia comete peores desastres que la maldad. Y yo, con el tiempo, he venido en darle la razón, sobrado que está uno a estas alturas de la edad contemporánea. Con el asunto de los refugiados sirios y no sirios que vienen a Europa me pasa esto. Que me da la impresión de que a fuerza de manipulación emotiva en los medios, una oleada de descerebrada buena voluntad y buenismo sin razón recorre el bienpensante continente siempre preso de alguna culpabilidad, real o inventada (sobre todo ésta última que nos encanta por lo que se ve).
El lema es "siente un sirio a su mesa" como aquel "siente un pobre a su mesa" que tanto juego jocoso contra la caridad cristiana dio en su momento. Ahora es laico con lo que no hay peligro de nadie se atreva a ridiculizar o criticar tan bientiencionada campaña. Los refugiados, adultos que saben lo que quieren y necesitan, van a tener que "dejarse ayudar" si quieren satisfacer las necesidades europeas de hacer el bien sin mirar a quién. Les vamos a tener que obligar a ir a nuestras casas para que tanta energía del bien no se desperdicie y, si se niegan, nos sentiremos más culpables de algo, ya buscaremos de qué, algo se nos ocurrirá.
Atender a los refugiados que huyen de la guerra y proporcionarles unos medios dignos de subsistencia mientras pasa y se resuelve esa guerra en la que nadie quiere meter mano, parece que no entra en los planes de la UE, la opinión pública manda y haremos lo que diga a aire de los medios.
Me parece que reaccionar emocionalmente a estas cosas es parte del problema y no de la solución. Aunque no soy el primero en decirlo.
Bienvenidos a Matrix.

24 agosto 2015

Verano y tentaciones.

Hoy amanece nuboso y de repente uno tiene la sensación de que no digo septiembre, octubre es el que está a la vuelta de la esquina. A pesar de que tiene que hacer calor todavía y tal y que quedan fiestas por venir para despedir la estación.
Cuando en la mañana enciendo la radio para amenizar el aseo matutino a veces tengo la tentación de saltar de la ducha y apagarla para evitar aguantar la "doctas" opiniones de los "todólogos" de guardia, no es ninguna novedad.
Esa increíble capacidad para el análisis de cualquier cosa que les echen, ya sea la economía griega, el terrorismo islamista, las leyes educativas, el misterio de la Santísima Trinidad o la fórmula del pollo con arroz, siempre me sorprende. Y me sorprende la falta de humildad de quienes son profesionales del tema, del debate y la tertulia, quiero decir. No me sorprende en la conversación de barra de bar en la que todo el mundo sabe de todo y afirma la estupidez más sangrante con la absoluta seguridad de que lo ha dicho la tele o "todos son iguales" (menos el interviniente que es un espabilado).
En este punto es cuando uno empieza a entender a los que prefieren vivir anestesiados con el fútbol o con la telebasura que entretiene mientras mata los restos de inteligencia que pudieran quedar. Al fin y al cabo parece que intentar conocer y comprender lo que pasa sólo trae sufrimiento.
Y llegado a este punto recuerdo que una de las grandes tentaciones que asaltan al hombre es la tentación de la tristeza, y encuentro este texto:
El demonio aprovecha la tristeza para tentar a los buenos, intentando hacer que estén tristes en la virtud, igual que intenta que los malos se alegren de sus pecados. Del mismo modo que sólo puede tentarnos para que hagamos el mal consiguiendo que ese mal parezca atractivo, solo puede tentarnos para que nos apartemos del bien consiguiendo que ese bien carezca de atractivo. Le encanta vernos tristes y desesperanzados, porque él está triste y desesperanzado por toda la eternidad y querría que todo el mundo fuese como él”.
San Francisco de Sales, Introducción a la vida devota

Y punto que a buen entendedor con pocas palabras bastan.

06 febrero 2015

El valor y el martirio.

Leía hace un par de días un artículo sobre el valor que hacía referencia al Señor de los Anillos y, como soy un fan de Tolkien, no puedo dejar de compartir un par de reflexiones a modo de perlas que había en el texto.
Cuenta el escritor que Tolkien intentó en su obra dramatizar una especie de “teoría del coraje” inspirado por las baladas nórdicas en las que se presenta “la idea de que un héroe no cambia de bando aunque las perspectivas de victoria sean nulas, que la derrota no hace malo lo que es bueno, que morir con valor no es nunca una derrota. En su obra quiso mostrar un coraje así, precristiano y plenamente humano, no corrompido por la rabia y la desesperación, no diluido tampoco por la confianza en que habrá una recompensa en otra vida, apoyado sólo en la satisfacción de haber hecho lo correcto. Tolkien hizo vivir a sus personajes de acuerdo con esa norma y, por tanto, procuró quitarles cualquier esperanza fácil y hacerles muy conscientes del final que les sobrevendría: «combatimos perpetuamente la larga derrota», dice Galadriel.”
También dice el autor que “el de los hobbits es un coraje sin espectáculo, interno y vacilante, muchas veces en soledad y en la oscuridad: justo el que ha de poner en juego cualquier persona normal en no pocos momentos de su vida. Los hobbits, seres que desean tranquilidad y disfrutar de las aventuras contadas sin sufrir ninguno de sus inconvenientes reales, se ven empujados al centro de los conflictos pero no intervienen en las grandes batallas salvo en acciones aisladas y bajo la presión de los acontecimientos. Eso sí, sus actuaciones acaban resultando decisivas y los héroes clásicos con los que comparten el escenario lo reconocerán con admiración”. Y traigo todo a cuento de que los héroes de nuestra época, los que nos presenta la ficción actual, son prisioneros del escepticismo cínico, la rabia y la desesperación. Y aunque no es tampoco una novedad, tienden a usar los medios del enemigo para vencer a un enemigo que parece invencible, a convertirse en antihéroes y moverse en el límite de lo humano incluso. Justo lo que el libro del Señor de los Anillos de Tolkien advertía, quien usa el anillo del enemigo aunque sea para vencerle se convierte él mismo en el enemigo.
Dicho esto reivindico la necesidad del valor, el coraje y el heroísmo de los hobbits. Para ahora, para nosotros. El valor de negar el mal sin usar los medios del mal ni para acabar con él. El coraje de seguir adelante haciendo lo correcto aun cuando sabemos que no podemos vencer, sólo porque es lo correcto, lo justo, lo honorable, lo que se debe hacer. La sabiduría de reconocer la propia debilidad que necesita el apoyo de una causa, de unos amigos, tal vez de una esperanza contra toda esperanza. Reclamo el valor de los mártires, ayer hacíamos memoria de Santa Águeda, hoy San Pablo Miky y compañeros también mártires. No hay día en que no recordemos que el tesoro de la fe ha llegado a nosotros gracias a esa valentía silenciosa, ese coraje vivido en soledad y vacilación, en medio de esas oscuridades del alma.
Porque además, nuestra fuente de valor y coraje transciende lo correcto, lo justo y lo debido, bebe de la fuente que es Cristo y Cristo crucificado, incomprensible tontería para los intelectuales de este tiempo y absurdo inútil para los sedientos de milagros, los que buscan una magia que los proteja del mal y les evite el esfuerzo y el sufrimiento. Los mártires mostraron una fortaleza desconcertante en la debilidad de su humanidad y vencieron más allá de la larga derrota del dolor y de la muerte. Esto reivindico. Este fin de semana es la campaña de Manos Unidas contra el hambre en el mundo, también una larga derrota en la que no cesamos de luchar y en la que sentimos que vale la pena hacerlo. Por amor de Dios, por amor del otro.

16 enero 2015

Libertad de expresión, esa prostituta

Aunque ya lo hablé de esto la semana pasada, una nueva oleada de análisis, comentarios y opiniones de las más cabales a las más idiotas, ha jalonado los días desde el infausto atentado contra la revista francesa, la policía local parisina y los ciudadanos judíos que estaban en el supermercado.
Surge el debate de la libertad de expresión, es normal dado el caso, ya comenté lo que me parece la basura de la revista y no lo voy a repetir, pero, como se ha informado estos días y el periodista Luis Losada recoge en un artículo, “el Papa Francisco entra en la polémica. En el avión rumbo a Manila le preguntan por los atentados de Paris. “No puedes jugar con la religión de los demás. No puedes insultar su fe o reírte de ella (…) en la libertad de expresión, hay límites”. Es más, llega afirmar que siendo una persona pacífica si alguien se mete con su madre, lo más probable es que reciba un puñetazo. Eso sí, llama a responder “con mansedumbre y humildad”. Y por supuesto, defendió la libertad religiosa y la libertad de expresión. Las declaraciones del Papa seguramente habrán dejado con el pie cambiado a muchos clérigos que abrazaron la libertad de expresión sin límite alguno. Incluso algunos como los jesuitas llegaron a publicar en su revista unas caricaturas del polémico Charlie en tono de humor.” Los actuales encargados de la revista han manifestado con toda la delicadeza que les caracteriza “que “vomitarían” encima de sus nuevos amigos. Por si no se les había entendido, rechazan que las campanas de Notre Dame tocaran por ellos. “Espero que la próxima vez las toquen las Femen”, dicen. ¿Sátira u odio antirreligioso?” No sé. Yo suelo seguir el criterio de análisis contrastado por una profunda observación de la realidad que dice que no se debe atribuir a la maldad lo que puede explicar la simple estupidez.
Creo que los chicos y chicas de la revista se equivocan si creen que mi rechazo del atentado es porque me caen mínimamente simpáticos. Lo repito, eran basura y han mostrado que siguen siendo basura, pero eso no significa que nadie deba matarles o tan siquiera agredirles, me conduelo del sufrimiento inútil, del intento de acallar su libertad de expresión que tiene continuidad con la de todos, y no porque me parezca que lo que hacían con esa libertad fuera digno, que no lo es, es más me parece que la prostituyen de la forma más repugnante. Pero me vienen a la cabeza los versos de Martín Niemöller al respecto de las persecuciones del nazismo: Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista. Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata. Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista. Cuando vinieron a llevarse a los judíos, no protesté, porque yo no era judío. Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar.
Y por eso que rechazo ese atentado, no quiero ser de los que callan, pero mi rechazo no es mayor que hacia la muerte de cuatro ciudadanos franceses de origen judío dos días después, o de dos mil ciudadanos nigerianos a cargo del mismo fanatismo islamista en los mismos días, o del tipo de ciego odio que lleva a un padre a poner una pistola en la mano de su hijo de diez años para que asesine cruelmente a dos hombres mientras lo graba en vídeo.
Estamos enfermos, unos de fanatismo ciego y odio criminal, otros de una pusilanimidad que asusta. No sé por qué retorcida regla de tres algunos llegan a la conclusión de la culpa de esa barbarie es de la víctimas, o de todo occidente. Entre los teóricos de la conspiración que deliran con que todo es un montaje y los victimarios que afirman que la culpa es nuestra, va a resultar que lo único razonable que podemos hacer es poner la cabeza en el tajo y se acabó. Pues me niego.

Nota: el título es deliberadamente provocativo, ustedes dispensen.

10 enero 2015

Yo NO soy Charlie Hebdo, ni mucho menos.

El asesinato inmisericorde de la redacción de la revista satírica francesa Charlie Hebdo, de una policía local francesa y cuatro rehenes en un supermercado judío de París ha conmocionado a la opinión pública no sólo europea. Lo absurdo de cualquier acto terrorista tiene ese efecto casi siempre.
El principio de todo, el asesinato de los dibujantes en nombre de una actitud de fanatismo intolerante de corte islámico ha desatado una primera reacción de particular rechazo también en nombre de la libertad de expresión. Pero qué quieren que les diga, me duelen los muertos, me duele la intolerancia asesina, el fanatismo ciego, pero yo no soy Charlie Hebdo como se ha extendido por las redes.
A mí la revista en cuestión me parecía y me parece basura satírica. No me gusta su humor transgresor porque me parece que hay unos límites para la expresión del mal gusto, la ridiculización, el insulto, la ofensa gratuita y la burla descarnada. Creo que ofender por el puro gusto de ofender los sentimientos de nadie no es modo de ganarse la vida. Creo que no hay un "derecho de ofensa" y que la civilización viene del respeto y consideración con los bienes y la integridad moral y física del otro.
Dicho esto, nada justifica ni siquiera explica la agresión ni el asesinato. No se puede oponer a la expresión una agresión de ningún tipo. Si en algo se basa nuestra civilización occidental es precisamente en la capacidad de entendernos por encima de esas diferencias, en el uso de la ley como mediación de nuestras disensiones. Denunciamos al que agrede, de palabra o de obra, y dejamos que sea la justicia quien modere y haga posible la convivencia y la coexistencia de visiones a veces antagónicas de la realidad misma. Por cierto, el Vaticano, objeto de las peores y más frecuentes burlas y ofensas de dicha revista ha expresado su rechazo y condena sin paliativos de los asesinatos.
Y no hay mucho más que decir. Haremos bien en tomar nota y reflexionar sobre lo que nos hace civilizados. Pero hay algo que me sorprende. Las reacciones de alguna gente que no consigo explicarme, o sí y me deja estupefacto. Está el progre al máximo, sumido en su pozo de idiotez que ha justificado lo sucedido por los millones de muertos que causa occidente todos los días en tantas partes del mundo, lo ha dicho así el tal Willy Toledo por ejemplo, no intenten entenderlo, no tiene sentido, por eso es una idiotez sin paliativos y el individuo un idiota miserable (para dejarnos claro que no lo había dicho sin querer, luego añadió que el vídeo del terrorista rematando a su víctima en el suelo era un montaje de la policía).
Luego están los sutilmente equidistantes. No llegan tan lejos, pero no pueden dejar de aprovechar la oportunidad para mostrar sus vergüenzas, rechazando todos los fanatismos en la condena de estos asesinatos. Es decir, para condenar la muerte de un vecino aprovechas y rechazas la extinción de los mayas, por si acaso, no vayan a pensar que no eres fantástico. A ver, ¿tan difícil es condenar el hecho y sus autores sin diluirlo? ¿Tienes que ser tan repugnantemente equidistante? Ya vivimos esto en España con nuestro terrorismo etarra, y siguen dando asco cuando lo hacen.
Hay una subespecie, el tonto integral, el majadero por escrito que aprovecha para criticar a los cristianos/católicos, por si acaso o por monomanía. Un ejemplo, el editor de una basura satírica española decía en twitter, esa pizarra donde todos los días tenemos la oportunidad de salir de dudas sobre si estamos condenados a la estulticia o a algo peor, una memez como la siguiente: “Algunos acordaos de defender la libertad de expresión cuando la revista tal haga cualquier chiste sobre la Virgen del Rocío”… impresionante, después de escribir esto seguro que la neurona sana que le queda también tuvo diarrea. Parece temer comandos rocieros armados en su redacción. Impresionante y miserable aprovechar la ocasión para atraer la atención sobre su, no sé, ¿indigencia? ¿Imbecilidad? Otro ejemplo es Manuel Rivas, capaz de escribir una columna sobre los asesinatos citando sólo a los católicos y la teología cristiana. Eso sí, como argumento de peso utiliza las reflexiones de "El nombre de la rosa", no vayan a pensar que se leyó la Summa Theologica para informarse.
En fin, ustedes disculpen, pero estoy indignado y no soy capaz de mantener ni la calma ni las buenas maneras ante estas cosas. Una frase resumen que a todos nos suena: “No me gusta, incluso me ofende lo que dice, pero defenderé como sea su derecho a decirlo”. Las consecuencias de ello no deben pasar de leer un artículo indignado, como este tal vez. Nunca violencia, menos todavía sangre.
Los fanáticos, por cierto, son los que son y vienen de donde vienen, no son todos, son sólo algunos, pero así está la cosa. Sobre esto hay un artículo: "Respetando a los caníbales" que deberían leer además de los que seguro que habrán leído ya.
Buenas tardes, disculpen el tono, o no, pero hoy no soy capaz de otro. Tengan cuidado ahí fuera.

04 enero 2015

MITOSIS | Un corto sorprendente.


Puedes activar los subtítulos en castellano en el botón "subtítulos" de la parte inferior derecha del vídeo.

Merece la pena verlo.


03 enero 2015

Año Nuevo, tiempo de cambios...

Un sabio meditaba así al atardecer de su vida:
“Cuando era joven, quería cambiar el mundo. Descubrí que era difícil cambiar el mundo, por lo que intenté cambiar mi país. Cuando me di cuenta que no podía cambiar mi país, empecé a concentrarme en mi pueblo. No pude cambiar mi pueblo y ya de adulto, intenté cambiar mi familia. Ahora, de viejo, me doy cuenta que lo único que puedo cambiar es a mí mismo y de pronto me di cuenta que si hace mucho tiempo me hubiera cambiado a mí mismo, podría haber tenido un impacto en mi familia. Mi familia y yo podríamos haber tenido un impacto en nuestro pueblo. Su impacto podría haber cambiado nuestro país y así podría haber cambiado el mundo.”
Tal vez es el momento de pasar a la acción para cambiar el mundo, tal vez es el momento para dejar de tener miedo cambiar uno mismo, de abandonar determinadas seguridades, conceptos ideas,… a lo mejor es el momento de vender todo lo que uno tiene y seguir al Maestro. Y no me refiero a vender la casa o el coche, sino a dejar atrás todas esas cosas que nos encierran en una zona confortable, y mirar hacia adelante. Tal vez es posible hacer que todo cambie si empezamos a cambiar cada uno de nosotros en lugar de querer cambiar a los demás en primer y único lugar.
Y por si les sirve les cuento brevemente las conclusiones a las que llegó una enfermera que durante muchos años trabajó en una unidad de cuidados paliativos y acompañó en el momento de la muerte muchas personas. Los enfermos se arrepentían de muchas cosas, pero hay cinco de ellas que se repetían con mucha frecuencia y que hubieran preferido hacer de otra manera a lo largo de su vida:
  1. Ojalá hubiera tenido el coraje de vivir una vida fiel a mí mismo, no la vida que otros esperaban de mí. Y para conseguirlo, mientras podemos, necesitamos atrevernos, superar los miedos y ejercer la libertad sin miedos. Si negocias tus principios y pospones tus sueños, un día será demasiado tarde.
  2. Ojalá no hubiera trabajado tan duro. Sobre todo porque muchas personas se han perdido la infancia de sus hijos, la cercanía de la familia y los acontecimientos importantes de la misma en el esfuerzo porque no les faltara de nada. Les faltaron ellos y eso no se puede sustituir con nada.
  3. Ojalá hubiera tenido el coraje para expresar mis sentimientos. Muchas personas suprimieron sus sentimientos con el fin de mantener la paz con los demás. Como resultado, se conformaron con una existencia mediocre y nunca llegaron a ser lo que eran realmente capaces de llegar a ser. Hay que atreverse a ser verdaderos mientras es posible. 
  4. Me hubiera gustado haber estado en contacto con mis amigos. Al final todo se reduce al amor y las relaciones. Eso es todo lo que queda en las últimas semanas, el amor y las relaciones. Por encima de asuntos financieros y otros legados, la deuda que más importa en ese momento es la deuda de amor con quienes quisimos y nos quisieron, y ahora se manifiesta en total claridad. 
  5. Me hubiese gustado permitirme a mí mismo ser más feliz. Muchos no se dieron cuenta hasta el final de que la felicidad es una elección. Se habían quedado atrapados en patrones y hábitos antiguos. El llamado “confort” de la familiaridad desbordado en sus emociones, así como su vida física. El miedo al cambio les había hecho vivir fingiendo a los demás, y para su yo, que estaban satisfechos. Cuando usted está en su lecho de muerte, lo que los demás piensan de ti está muy lejos de tu mente. ¡Qué maravilloso es ser capaz de sonreír otra vez, mucho antes de que te estés muriendo! 
La vida es una elección. Es su vida. Elija conscientemente, elija sabiamente, elija honestamente. Elija felicidad. Estamos a tiempo de cambiar el mundo, estamos a tiempo de cambiar nosotros. Basta con perder el miedo y atreverse a empezar.