Decía Luigi Pirandello que “así es si así os parece”. Me sirve esta frase para introducir un concepto que he encontrado en un artículo de Miguel Urmeneta en Aceprensa, la “pos-verdad”.
Resumiendo mucho, se puede decir que la verdad no importa, importa la apariencia y la conexión emocional. Así, personajes como Trump o nuestros populistas patrios, se han hecho de una legión de seguidores que escandaliza a quien aún le queden dos dedos de frente. SE entiende que los británicos votaran salir de la Unión Europea a pesar de que objetivamente les convenía muy mucho seguir unidos.
Y es que los hechos no importan, importa ese discurso que apela a los sentimientos y hace que se toleren las mentiras aun reconociéndolas públicamente.
Esa conexión emocional y de sentimientos explica también que existan partidos cuyo objetivo es proteger la vida animal no en sentido conservacionista o ecologista, sino igualando a todos los seres vivos en dignidad y derechos, ampliando a los animales el respeto debido (y no siempre tenido) a la vida humana.
La estupidez de esa pulsión animalista llega a tales extremos que asistimos a insultos al torero Víctor Barrio tras su muerte e incluso a su viuda. Más recientemente, hay quién deseo la muerte a Adrián, un niño valenciano de ocho años enfermo de cáncer que desea ser torero y que participó como homenajeado en una corrida benéfica. La “presidenta” del partido animalista mostró su sorpresa porque la gente se escandalizara de esos comentarios infames, mostrando así la verdadera naturaleza de su misantropía psicópata.
Los medios lo saben y los titulares no informan, atraen la atención con frases impactantes y las más de las veces desmentidas en el cuerpo de la noticia, pero importa el clic del ratón que hace caja con la publicidad, y que sigas en sintonía mientras un personaje famoso por salir en la televisión corteja con frases estúpidas y superficiales a otra individua famosa por lo mismo. En las redes sociales, fuente de información para muchos, importa lo que sale, lo que circula, lo que otros mandan, aunque sean bobadas extremas como supuestas curas milagrosas, frases sinsentido atribuidas a algún famoso o bulos en cadena sobre cosas sospechosas que la policía no da abasto de desmentir. Se utilizan legiones de seguidores o de robots informáticos para hacer circular opiniones que convienen al partido o denigren, al contrario, porque lo que cuenta es el número y la frecuencia. Es un nuevo estilo de manipulación dos punto cero.
La información que llega por dichas redes sociales es pasiva, no requiere de búsqueda y contraste por parte del receptor, con lo que es terreno abonado para este estilo de pos-verdad, de pensamiento hueco, de transmisión de eslóganes fáciles de repetir, el razonamiento y la búsqueda activa de la verdad están en retroceso. Y todo esto hemos de tenerlo en cuenta, atrae lo impactante mucho más que lo verdadero.
¿Cómo hablar cabalmente de lo que importa en un contexto así? Es la pregunta previa a cualquier discurso sobre Dios, la Iglesia y el ser humano que queramos hacer.
“Es aún peor ser ignorante de la ignorancia de uno” decía S. Jerónimo, pero conservo la esperanza de que es posible la novedad y que la verdad brillará por sí misma.
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