La nuevas patologías no son precisamente "biológicas" sino psicosociales, por lo visto. Recuerdo que algo que me causaba sorpresa (bueno, a mí y más de uno) es que siendo Suecia un país rico en todos los sentidos, tolerante, liberal, con un estado de bienestar que era el máximo al que todos aspiraban, resultara ser también el país donde el índice de suicidios era más alto con diferencia. Y todo esto viene a cuento de un nuevo "síndrome" que define lo que antes llamamos a secas "mala educación". El síndrome del niño emperador. Sí, seguro que conoce alguno.
Ese niño inteligente, listo y cascarrabias al que se le antoja todo y consigue, por las buenas o por las malas, todos los caprichos. Que tiene a la familia en jaque y que no saben que hacer con él, que provoca el enfrentamiento de padres contra educadores cuando hace algo mal en vez de afrontar las consecuencias, que reclama derechos que le están grandes y su vida es un conjunto de las últimas tecnologías. No levanta la vista del móvil, la videoconsola y el ordenador. Y por supuesto a la última en los modelos de referencia de cada aparatito con el que mitiga su profunda soledad y aislamiento.
Pues eso, ya saben que eso que ven cada día tiene un nombre.
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