Se cumple un año de la elección del Papa Francisco. Con motivo de tan
eclesial efeméride es fácil recordar la sorpresa que supuso dado que ni los más
avezados “vaticanólogos” habían predicho que fuera él el elegido. Un año después,
todos aquellos especialistas en conocer los entresijos más recónditos de la
iglesia, los obispos y sus planes más misteriosos, vuelven a la palestra para
hacer análisis entusiastas del “cambio de rumbo” de la Iglesia. Uno, que ya
viene curado de espanto en cuanto a las sorpresas que la todología nos depara
cada día, no deja de sonreír socarronamente ante algunos asertos, que parecería
que hay algo que nunca estuvo en lo que dice el Papa o se predica en cada
parroquia o foro católico. Si hubieran escuchado con la misma actitud antes, si
conocieran lo que les puede dar la paz, si entendieran el mensaje del Evangelio…
muchos condicionales que tendrían que haberse dado para que esta extraña
sorpresa ante lo que siempre estuvo ahí, oculto a plena vista, no se diera.
Un año después, y eso sí que es novedad de la buena, muchos han
abierto sus oídos y sus ojos sin el velo de recelo con que prestaban atención
antes. Ahora oyen lo que siempre se dijo, les impresionan las maneras, por algo
se empieza, pero debería impresionarles mucho más los contenidos, porque la
apariencia pasa, lo externo es mudable, pero el tesoro del evangelio permanece
con toda su capacidad para cambiar no las formas, sino lo más profundo del ser
humano. Supongo que aquello de que el medio es el mensaje, también se cumple en
este caso.
Ha cambiado la presidencia de la conferencia episcopal y también en
esto los todólogos han expresado su opinión junto a nuestros políticos
profesionales, profundos conocedores de los entresijos de la Iglesia española
cuando les preguntan, y a la que en realidad desconocen con un pecado de lesa
ignorancia. Con este motivo han tenido la oportunidad de dejar salir todos los
tópicos y manidos lugares comunes que se saben de carrerilla.
Por otro lado, esta semana hemos recordado aquel once de marzo de
ignominia en que el terrorismo sembró la muerte y nos encogió el corazón.
También los días de infamia que le siguieron, no recuerdo otro caso en que el
terrorismo consiguiera sus objetivos tan claramente con la connivencia de
políticos falaces. Y me temo que no lo hemos ni comprendido, ni superado.
Ayer el periódico traía la noticia del aniversario también de la
muerte de Kurt Cobain, cantante de Nirvana Gun’s and Roses. Me resulta extraño cómo se
hace elogio fúnebre de estos personajes, grandes artistas de la música o lo que
sea, pero con una vida personal destructiva y autodestructiva. Son más bien el
ejemplo de la ausencia de valor alguno, vidas tan vacías y sin sentido que sólo
causan daño a su alrededor y a sí mismos. Vidas insoportables de vivir hasta el
extremo de la autoextinción. Nada que
admirar en la larga lista de los que han tirado su don a la basura. Aunque siempre
hay quien ni entiende nada ni se entera y se empeña en hacer poesía de la
descomposición. Con su pan se lo coma, nunca entenderé la coprofagia.
Y hablando de descomposición, la justicia que no cesa ha impuesto
fianzas muchimillonarias a conocidos personajes de la política andaluza, pero
claro, no pasa nada, en nuestro oasis andaluz nunca pasa nada. Sartre afirmó
que “el infierno son los otros”. En nuestro país, “la corrupción siempre son
los otros”, es que los jueces son unos exagerados, ya se sabe.
Cierta candidata ha puesto de ejemplo para Europa... ¡Andalucía! O esa señora no tiene ni idea de la miseria económica, política y social que se vive aquí, con lo cual es una ignorante que no debería estar ahí. O es una cínica sinvergüenza, con lo que tampoco debería estar ahí. Y el problema es que está y cientos como ella también, y nos gobiernan.