02 septiembre 2008

La televisión

"En mi casa hay un agradable salón comedor. Me siento tranquilamente, voy cogiendo una postura
cómoda y enciendo un cigarrillo; sí, lo sé, debería dejar de fumar.

Abro los ojos. Una quiceañera se echa a la calle y se dedica a la prostitución, dos cincuentones
la solicitan ansiosos. A alguien le han dado un navajazo y tiene la cuchilla metida hasta el mango,
se ha caído al suelo, la sangre le brota a borbotones, un "cabeza-rapada" le da una
patada en la cara. Empieza a babear saliva espumosa. Se oyen sirenas que se acercan y un frenazo
chirría sobre el pavimento. En el último piso están torturando a un desgraciado, los secuestradores
le amenazan con risotadas ficticias y con precisas corrientes eléctricas. Los alaridos de la
victima se oyen por la ventana. Apago mi cigarrillo y me sirvo un coñac.

Un helicóptero vigila las carreteras, pero en la semioscuridad del anochecer acaba estrellándose
contra unas chimeneas abandonadas. La explosión despide a sus ocupantes hechos dos antorchas de
fuego. Un coche que huye a ciento ochenta se sale de la calzada, y se incrusta contra una viga que
lo atraviesa hasta el maletero, los cuerpos de sus ocupantes están despedazados. Una mujer comparte
una rayita de coca con su acompañante, comienza la diversión, al momento se revuelcan sobre la
cama. Enciendo un segundo cigarrillo (con lo malo que es para el resfriado...).

Disparos de ametralladora atraviesan el pecho del mercenario a sueldo y comienza a desangrarse
colgado de una alambrada de espinos. Dos jóvenes bailan en la discoteca, acaban de conocerse, poco
más tarde retozan desnudos en el asiento de atrás del coche. Dos matones acechan a un peatón, de un
tiro le destrozan la cabeza, los sesos desparramados saltan hacia mí, me encojo ante las
salpicaduras. Un violador amordaza a su víctima y consuma su agresión. Un ladronzuelo huye por el
tejado de la casa de enfrente, resbala y cae estrellándose contra la acera. Un amante entra en la
casa, se despoja del traje de calle y aprovechan que el marido de ella no está. Un drogadicto
agoniza caído de bruces contra el Water de la gasolinera. Una alumna suspendida y rechazada por su
joven profesor se ha ahorcado en la cocina. Con silenciador y puntería, han reventado a un
homosexual en el pasillo.

En el salón-comedor apago la colilla y vacío lo que me queda del coñac, no pasa nada, sólo
estoy viendo la tele
."

(Adaptado de un artículo de la revista "Vida Nueva").

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