Una bitácora personal e intransferible. Me permitan decir que soy dueño de lo que digo, no de lo que la gente entiende.
26 marzo 2010
No te fies...
Visto aquí.
22 marzo 2010
Es un tú en ti que ha durado poco
Aquí te dejo un banner de la campaña y el enlace a la web de la misma.
Un domingo distinto
18 marzo 2010
El mayor espectáculo del mundo
17 marzo 2010
15 marzo 2010
Instantes
Mientras todo eso está por suceder, leo alguna noticias, miro el correo, repaso la agenda para mañana (qué cabeza, si no fuera por la agenda) y escribo esto como para que quede constancia que existo, que es real, que estoy aquí, mirando la eternidad contenida y sintiendo la infinitud sospechada que se encierra en cada pequeño instante en que te transciendes y miras más allá de ti a ese abismo desde donde Dios te contempla.
He dicho.
13 marzo 2010
Aborto libre y progresismo
Aborto libre y progresismo.
En estos días en que tan frecuentes son las manifestaciones en favor del aborto libre, me ha llamado la atención un grito que, como una exigencia natural, coreaban las manifestantes: «Nosotras parimos, nosotras decidimos». En principio, la reclamación parece incontestable y así lo sería si lo parido fuese algo inanimado, algo que el día de mañana no pudiese, a su vez, objetar dicha exigencia, esto es, parte interesada, hoy muda, de tan importante decisión.
La defensa de la vida suele basarse en todas partes en razones éticas, generalmente de moral religiosa, y lo que se discute en principio es si el feto es o no es un ser portador de derechos y deberes desde el instante de la concepción. Yo creo que esto puede llevarnos a argumentaciones bizantinas a favor y en contra, pero una cosa está clara: el óvulo fecundado es algo vivo, un proyecto de ser, con un código genético propio que con toda probabilidad llegará a serlo del todo si los que ya disponemos de razón no truncamos artificialmente el proceso de viabilidad.
De aquí se deduce que el aborto no es matar (parece muy fuerte eso de calificar al abortista de asesino), sino interrumpir vida; no es lo mismo suprimir a una persona hecha y derecha que impedir que un embrión consume su desarrollo por las razones que sea. Lo importante, en este dilema, es que el feto aún carece de voz, pero, como proyecto de persona que es, parece natural que alguien tome su defensa, puesto que es la parte débil del litigio.
La socióloga americana Priscilla Conn, en un interesante ensayo, considera el aborto como un conflicto entre dos valores: santidad y libertad, pero tal vez no sea éste el punto de partida adecuado para plantear el problema. El término santidad parece incluir un componente religioso en la cuestión, pero desde el momento en que no se legisla únicamente para creyentes, convendría buscar otros argumentos ajenos a la noción de pecado.
En lo concerniente a la libertad habrá que preguntarse en qué momento hay que reconocer al feto tal derecho y resolver entonces en nombre de qué libertad se le puede negar a un embrión la libertad de nacer. Las partidarias del aborto sin limitaciones piden en todo el mundo libertad para su cuerpo. Eso está muy bien y es de razón siempre que en su uso no haya perjuicio de tercero. Esa misma libertad es la que podría exigir el embrión si dispusiera de voz, aunque en un plano más modesto: la libertad de tener un cuerpo para poder disponer mañana de él con la misma libertad que hoy reclaman sus presuntas y reacias madres.
Seguramente el derecho a tener un cuerpo debería ser el que encabezara el más elemental código de derechos humanos, en el que también se incluiría el derecho a disponer de él, pero, naturalmente, subordinándole al otro.
Y el caso es que el abortismo ha venido a incluirse entre los postulados de la moderna «progresía». En nuestro tiempo es casi inconcebible un progresista antiabortista. Para estos, todo aquel que se opone al aborto libre es un retrógrado, posición que, como suele decirse, deja a mucha gente, socialmente avanzada, con el culo al aire.
Antaño, el progresismo respondía a un esquema muy simple: apoyar al débil, pacifismo y no violencia. Años después, el progresista añadió a este credo la defensa de la Naturaleza. Para el progresista, el débil era el obrero frente al patrono, el niño frente al adulto, el negro frente al blanco. Había que tomar partido por ellos. Para el progresista eran recusables la guerra, la energía nuclear, la pena de muerte, cualquier forma de violencia. En consecuencia, había que oponerse a la carrera de armamentos, a la bomba atómica y al patíbulo.
El ideario progresista estaba claro y resultaba bastante sugestivo seguirlo. La vida era lo primero, lo que procedía era procurar mejorar su calidad para los desheredados e indefensos. Había, pues, tarea por delante. Pero surgió el problema del aborto, del aborto en cadena, libre, y con él la polémica sobre si el feto era o no persona, y, ante él, el progresismo vaciló. El embrión era vida, sí, pero no persona, mientras que la presunta madre lo era ya y con capacidad de decisión.
No se pensó que la vida del feto estaba más desprotegida que la del obrero o la del negro, quizá porque el embrión carecía de voz y voto, y políticamente era irrelevante. Entonces se empezó a ceder en unos principios que parecían inmutables: la protección del débil y la no violencia. Contra el embrión, una vida desamparada e inerme, podía atentarse impunemente. Nada importaba su debilidad si su eliminación se efectuaba mediante una violencia indolora, científica y esterilizada. Los demás fetos callarían, no podían hacer manifestaciones callejeras, no podían protestar, eran aún más débiles que los más débiles cuyos derechos protegía el progresismo; nadie podía recurrir.
Y ante un fenómeno semejante, algunos progresistas se dijeron: esto va contra mi ideología. Si el progresismo no es defender la vida, la más pequeña y menesterosa, contra la agresión social, y precisamente en la era de los anticonceptivos, ¿qué pinto yo aquí? Porque para estos progresistas que aún defienden a los indefensos y rechazan cualquier forma de violencia, esto es, siguen acatando los viejos principios, la náusea se produce igualmente ante una explosión atómica, una cámara de gas o un quirófano esterilizado.
Miguel Delibes
14 de diciembre de 1986.
Enlace a la hemeroteca de ABC.
Tomado de aquí.
12 marzo 2010
11 marzo 2010
09 marzo 2010
Moralidad y legalidad
Estos son los textos:
De la wikipedia:
Se denomina moral o moralidad al conjunto de creencias y normas de una persona o grupo social determinado que oficia de guía para el obrar (es decir, que orienta acerca del bien o del mal —correcto o incorrecto— de una acción o acciones).
La moral son las reglas o normas por las que se rige la conducta de un ser humano en relación con la sociedad y consigo mismo. Este término tiene un sentido positivo frente a los de «inmoral» (contra la moral) y «amoral» (sin moral). La existencia de acciones y actividades susceptibles de valoración moral se fundamenta en el ser humano como sujeto de actos voluntarios. Por tanto, la moral se relaciona con el estudio de la libertad y abarca la acción del hombre en todas sus manifestaciones.
(...)
Los conceptos y creencias sobre moralidad son generalizados y codificados en una cultura o grupo y, por ende, sirven para regular el comportamiento de sus miembros. La conformidad con dichas codificaciones es también conocida como moral y la civilización depende del uso generalizado de la moral para su existencia.
De Isegoria, una revista de filosofía moral y política del CSIC (página 11 del PDF o 39 del artículo):
(...) Al encararnos con el sentido de responsabilidad, de lo primero que hay que dejar constancia es de que cada uno se siente responsable en la intimidad de la conciencia. Si podemos sentirnos o no responsables de las consecuencias de un acto es cuestión que, en principio, sólo puede decidir el individuo, apelando a su conciencia. La noción de responsabilidad supone la existencia de una conciencia personal que, en último término, decide si puede aceptar o no los efectos previsibles de un acto o de una conducta. La noción de responsabilidad atañe al sustrato último de la decisión, hasta el punto de que puede muy bien considerarse la categoría fundamental de la ética. Que un acto pueda calificarse de moral significa simplemente que es una acto responsable, que es lo mismo que decir que se hace cargo de los efectos que produce. Empero, las consecuencias de los actos de cada uno de los individuos de una comunidad inciden de tal forma sobre el bienestar, y hasta sobre la supervivencia individual y colectiva, que ninguna sociedad abandona la responsabilidad exclusivamente a la conciencia individual. En el concepto de responsabilidad convergen una dimensión personal, ámbito de la moralidad, y otra social, que enmarca el de la legalidad. La noción de responsabilidad resulta así fundamental en la ética y en el derecho y está en la base de la distinción entre moralidad y legalidad, que proviene de diferenciar una dimensión individual, propia de la conciencia, y otra social y política, que resulta de la ulterior distinción moderna entre Estado y sociedad.
La noción de responsabilidad, con su doble dimensión ética y jurídica, recupera la unidad constitutiva de todo sistema normativo, así como explicita el camino recorrido para que se haya producido esta diferenciación. Moralidad y legalidad hunden sus raíces, como muestra un concepto común de responsabilidad, en la unidad sustancial de todo el sistema normativo, que no cuestiona la ulterior diferenciación de la responsabilidad entre un ámbito privado, moralidad, y otro colectivo, legalidad. En el ámbito legal, el Estado dicta las normas que estima oportunas para la convivencia pacífica; en el ámbito de la moralidad, aquellas que el individuo afirma en lo más profundo de su subjetividad. La legalidad descansa sobre el poder del Estado; la moralidad, sobre el poder de la conciencia.
(...)
"Zapatero dice 'me siento responsable de todos los que han perdido su empleo'.
Esto me recuerda al chiste de la hormiga en el psiquiatra (en la película ANT):
-Doctor he descubierto que soy un ser insignificante.
-Muy bien, vamos progresando."
08 marzo 2010
100 millones de niñas no nacieron
"Se rompe un muro de silencio: honores a "The Economist"
“Gendercide”: la portada del último número de The Economist es de las que hacen época. El semanario inglés, que como se sabe no es una hoja parroquial, pone en primer plano la denuncia de una obviedad que muchos aparentaban no ver: el aborto selectivo que ha llevado a la desaparición de cien millones de niñas (por el hecho de ser niñas). The Economist subraya que ellos están a favor del aborto “safe, legal and rare” (en frase clintoniana), pero añade que aquí estamos ante una catástrofe cuyas consecuencias se están empezando a ver.
En realidad, la cifra de cien millones fue calculada hace veinte años por el economista indio Amartya Sen: hoy las cosas están mucho peor. Se mencionan concretamente las mentalidades y las políticas de China, de algunas regiones de India y de otros países asiáticos. En la parte del texto de libre acceso se pueden leer también juicios de valor (poco habituales) “sobre políticas que pervierten profundamente la vida familiar”. Aunque se refieran a China, es interesante que se califique una política como perversa: no todo es lo mismo ni aséptico.
Produce cierto confort, en efecto, que The Economist se haga eco de este problema. En mi opinión, se trata de una brecha significativa en el conformismo de la mentalidad abortista. A la enorme injusticia que supone la eliminación de millones de niñas se une la enorme injusticia de la eliminación de otros millones de seres humanos también pequeñitos e inocentes: a unos se les elimina por ser niñas, a otros por otras razones igualmente insostenibles.
A la mafia se le empieza a vencer cuando cae el muro de la “omertà”, del silencio que acaba siendo cómplice. También aquí es preciso que la prensa libre empiece a llamar a las cosas por su nombre."
07 marzo 2010
05 marzo 2010
De atea de remate a creyente
Este artículo es de Juanjo Romero (algunas negritas son mías):
El 22 de diciembre de 2008, la reconocida blogger antirreligiosa «The Raving Atheist» [TRA: La atea de remate] anunciaba su conversión . A partir de entonces se llama «The Raving Theist: Dedicated to Jesus Christ, Now and Forever». Los ataques que recibió de los fanáticos ateos fueron vitriólicos, aunque no sorprende.
Sus antiguos correligionarios no le perdonaban echar por la borda años y años de críticas a la religión. Quedaba lejos su cima atea, la participación en el documental «The God Who Wasn't There» [El Dios que nunca estuvo allí], con el propagandista Sam Harris.
Pero aquello le dejó vacía. No le causó ningún orgullo ver su pseudónimo en los créditos, ni las risotadas antirreligiosas de sus camaradas. De camino a la cena-coloquio posterior al estreno, se escabulló por una callejuela y se fue a casa.
La «culpa» la tuvo la causa pro-vida. Al igual que otros que habían recorrido el mismo camino: Norma McCorvey ( Roe, la de Roe vs Wade), Dave Armstrong o Randall Terry.
Tres años antes en una fiesta de bloggers entabló conversación con un católico, Benjamín Kepple. La conversación giró sobre el aborto, y TRA quedó impactada de cómo un tipo tan afable y sensato mantenía que era un asesinato. Volcó todo su racionalismo en estudiar el asunto y quedó convencida de que los argumentos científicos y médicos estaban del lado de los defensores de la vida. En una entrevista a LifeSiteNews [en español] contaba:
A finales de los 60, el movimiento abortista realizó una decisión estratégica y deliberada: trivializar el debate del aborto, calificando todos los argumentos pro-vida como meros dogmas católicos. Esto hizo fácil pasar por alto el hecho científico, embriológico, innegable e inconveniente, de que la vida humana empieza con la concepción. En su lugar, había discusiones ampulosas sobre la separación iglesia/estado y acusaciones de que «nos meten la religión por la garganta a la fuerza».
Aquello fue un escándalo, aún atea, decidió que su blog sería provida:
Pese a todo, noté una sensación grande de alienación y rechazo entre los lectores de mi blog cuando empecé a publicar allí, con regularidad, acerca del aborto. El tema era muy doloroso, casi me impedía escribir. Era descorazonador ver que mis esfuerzos se recibían con ataques personales, con inquina. Al final, fue todo para bien: decidí escribir menos y dedicar tiempo extra como voluntaria a un Centro de Ayuda a Embarazadas. También desarrollé amistades cercanas con unos cuantos blogueros cristianos pro-vida, que me ayudaron (y me dejan ayudarles) en otros esfuerzos de este tipo.
Elizabeth Esther cuenta toda la historia hoy. Un reportaje que cubre desde la niñez hasta el encuentro con otra blogger: Dawn Eden. Comenzó la posibilidad de Dios, todavía no creía en Él, pero quería el cambio. Dawn le invitó a unirse a su oración (en el blog de Elizabeth, Dawn comenta que cuando conocío a TRA todavía no era católica). Dos días antes de la Navidad publicaba el Credo en su blog. (...)
03 marzo 2010
Como queda la ley del aborto
Firmado por Aceprensa
Fecha: 26 Febrero 2010
De delito a derecho. En la ley vigente, de 1985, el aborto es un delito despenalizado en tres casos: si el embarazo supone un grave peligro para la salud o la vida de la mujer, si es probable que el feto nazca con graves taras físicas o psíquicas, o si el embarazo es fruto de una violación. Ahora, con la nueva ley, el aborto pasa a convertirse en un derecho jurídicamente exigible y con financiación pública.
Libre disposición sobre el feto. Al reconocerse el aborto como un derecho de la mujer, se elimina la ponderación entre la libertad de la madre y la protección de la vida del feto que exige el Tribunal Constitucional. La reforma también hace caso omiso del principio que reconoció expresamente el TC: la vida del nasciturus es un bien jurídico que goza de protección constitucional.
Aborto libre hasta las 14 semanas. En este período del embarazo, la mujer pude abortar sin dar explicaciones a nadie y sin necesidad de autorización. Esta es una de las consecuencias derivadas de la eliminación del sistema de indicaciones.
Hasta la semana 22. Entre la semana 14 y 22 de la gestación, la mujer puede abortar en caso de grave riesgo para su vida o salud (con un dictamen emitido por dos médicos especialistas, del que se puede prescindir en caso de urgencia), o si el feto padece graves anomalías. Como el riesgo para la salud de la madre ha sido hasta ahora el coladero para el aborto a petición, en la práctica el aborto libre se amplía hasta las 22 semanas del embarazo.
Después de la semana 22. También hay aborto legal hasta el final del embarazo si hay malformación incompatible con la vida del feto o éste padece una enfermedad de extrema gravedad e incurable. En el primer caso, se requiere el dictamen de dos médicos especialistas distintos del que practique el aborto. En el segundo, el diagnóstico deberán confirmarlo tres médicos.
Menores de 16 y 17 años. La decisión de abortar corresponde exclusivamente a ellas, pero al menos uno de los representantes legales (padre, madre o tutor) ha de ser informado. Ahora bien: se prescinde de la obligación de informar si las menores alegan que esto les puede acarrear un “grave conflicto”.
Objeción de conciencia. Se limita a los profesionales directamente implicados en el aborto. Además, la ley establece que los objetores deberán ejercer su derecho de forma individual, por escrito y justificada. Y las Facultades de Medicina y las Escuelas de Enfermería tienen obligación de enseñar en sus aulas a practicar abortos.
Educación sexual. A partir de los 11 años, los alumnos de primaria y secundaria recibirán clases de “salud sexual y reproductiva”.
Anticonceptivos gratis. La sanidad pública financiará total o parcialmente los anticonceptivos de última generación. Las personas de escasos recursos podrán obtenerlos a cargo de la sanidad pública.