05 noviembre 2024

El gobierno de los incompetentes.

Empieza a ser palmaria la sensación de que no estamos en las mejores manos. Hace tranquilamente veinticinco o treinta años, un amigo mío, a la sazón director de un par de empresas y ex-empleado de banca, quiso hacer sus pinitos en política. Empezó a participar en reuniones del partido político de referencia entre el mundo progre, porque él siempre ha sido muy progresista en cuanto a las ideas. Y muy racional y de seguir las normas. Y ahí fue donde empezó su "caída del caballo". Resulta que las propuestas que se hacían sobre temas de los que él entendía por formación y experiencia, eran puros disparates y era imposible hacerles entender que las cosas no funcionan así. Después de varias reuniones en esa línea, desistió.

Otro amigo, ingeniero de "puertos y canales" que se decía antes y con amplia experiencia nacional e internacional, también del mismo sesgo, contaba que le habían encargado un proyecto para resolver el suministro de agua en cierta zona de la sierra cordobesa. Hizo un proyecto técnico y cuando lo presentó a los alcaldes, decidieron que así no, que había que hacerlo de otra manera, que no era una solución técnica, sino política que, en el fondo, no era una verdadera solución a largo plazo. Algo desencantado lo notaba.

El peligro de la incompentecia

Digo esto porque tengo la impresión de que nuestros gobernantes han llegado ahí no por ser los mejores gestores y tener amplia experiencia en la solución de problemas comunes, sino por mera profesionalización de la política. Son políticos profesionales y pocos de ellos buenos profesionales en la gestión de nada en realidad. Y de aquellos polvos, estos lodos, podemos decir.

Pasa a todos los niveles, sube no el más preparado sino el que sabe trepar mejor y con menos escrúpulos. Si además es inteligente y sabe lo que le conviene, busca gente con experiencia y sabiduría para que gestione. Si no, que suele ser lo más frecuente, pone a amigos y afiliados tan inútiles como él para que no le hagan sombra o porque les debe algún favor, y los perjudicados somos todos los demás.

Esto, unido al miserable trapicheo político y la manía tan nuestra de buscar primero los culpables y luego ya si eso, las soluciones, explican el problema en la respuesta ante la tragedia de Valencia. Una parte es imprevisión, otra incompetencia y politiqueo. Sumemos a los periodistas, cada cual con su sesgo, hurgando en el barro para subir en audiencias y tenemos la tormenta perfecta. 

Lo triste es que esto, a veces, también sucede en los gobiernos de las diócesis, aunque misericordiosamente no queramos verlo. Resulta decepcionante y difícil de creer, pero ante lo obvio hay que rendirse.

Bueno, decía Chesterton que «Todos los hombres de la historia que han hecho algo con el futuro tenían los ojos fijos en el pasado». Luego están los soberbios, los que no aprenden ni del pasado, ni del presente. Ya lo saben todo, se me ocurre pensar.

Saludos si has leído hasta aquí.

01 noviembre 2024

Es mediodía, de Paul Claudel.

Es mediodía. Veo la iglesia abierta. Tienes que entrar.
Madre de Jesucristo, no he venido a rezar.

No tengo nada que ofrecer ni nada que pedir.
He venido sólo para mirarte, Madre.
A mirarte, a llorar de felicidad, a saber
Que soy tu hijo y que estás aquí.
Sólo por un momento mientras todo se detiene.
Mediodía.
Estar contigo, María, en este lugar donde estás.
Sin decir nada, mirándote a la cara,
Dejar que el corazón cante en su propio idioma.
No decir nada, sólo cantar
Porque tu corazón está demasiado lleno,
Como el mirlo que sigue su idea
En este tipo de versos repentinos.
Porque eres hermosa, porque eres inmaculada,
Mujer en Gracia restaurada al fin,
La criatura en su primer honor
Y en su florecimiento final,
Como vino de Dios en la mañana
En su esplendor original.
Inefablemente intacta porque eres
La Madre de Jesucristo,
Que es la verdad en tus brazos, y la única esperanza
Y el único fruto.
Porque eres la mujer
El Edén de la antigua ternura olvidada,
Cuya mirada encuentra de pronto el corazón y hace brotar
Las lágrimas acumuladas,
Porque me salvaste, porque salvaste a Francia,
Porque ella también, como yo, era para ti algo en lo que pensar,
Porque cuando todo se resquebrajaba, fue cuando interviniste,
Porque salvaste a Francia una vez más,
Porque es mediodía,
Porque hoy es el día,
Porque estás aquí para siempre,
Simplemente porque eres María,
Simplemente porque existes,
Madre de Jesucristo, ¡gracias!

Paul Claudel

 

Il est midi. Je vois l’église ouverte. Il faut entrer.
Mère de Jésus-Christ, je ne viens pas prier.
Je n’ai rien à offrir et rien à demander.
Je viens seulement, Mère, pour vous regarder.
Vous regarder, pleurer de bonheur, savoir cela
Que je suis votre fils et que vous êtes là.
Rien que pour un moment pendant que tout s’arrête.
Midi !
Etre avec vous, Marie, en ce lieu où vous êtes.
Ne rien dire, regarder votre visage,
Laisser le cœur chanter dans son propre langage.
Ne rien dire, mais seulement chanter
Parce qu’on a le coeur trop plein,
Comme le merle qui suit son idée
En ces espèces de couplets soudains.
Parce que vous êtes belle, parce que vous êtes immaculée,
La femme dans la Grâce enfin restituée,
La créature dans son honneur premier
Et dans son épanouissement final,
Telle qu’elle est sortie de Dieu au matin
De sa splendeur originale.
Intacte ineffablement parce que vous êtes
La Mère de Jésus-Christ,
Qui est la vérité entre vos bras, et la seule espérance
Et le seul fruit.
Parce que vous êtes la femme,
L’Eden de l’ancienne tendresse oubliée,
Dont le regard trouve le coeur tout à coup et fait jaillir
Les larmes accumulées,
Parce que vous m’avez sauvé, parce que vous avez sauvé la France,
Parce qu’elle aussi, comme moi, pour vous fut cette chose à laquelle on pense,
Parce qu’à l’heure où tout craquait, c’est alors que vous êtes intervenue,
Parce que vous avez sauvé la France une fois de plus,
Parce qu’il est midi,
Parce que nous sommes en ce jour d’aujourd’hui,
Parce que vous êtes là pour toujours,
Simplement parce que vous êtes Marie,
Simplement parce que vous existez,
Mère de Jésus-Christ, soyez remerciée !