12 noviembre 2013

Historias del Comunismo

Un interesante documental sobre la historia reciente de Europa.


17 octubre 2013

Murieron por causas naturales, mera coicidencia...



Dicen que el que tiene boca se equivoca y es bien conocido que no juzgamos igual los errores de los demás y que los propios, que vemos muy bien la paja en el ojo ajeno pero no la viga en el propio. Lo cierto es que sufrimos de una gran cantidad de sesgos cognitivos que distorsionan nuestra visión del mundo y de nosotros mismos. Algunos plantean que nosotros sólo podemos ver nuestra propia mente y no la de los demás y que eso da lugar a una asimetría metodológica: sacamos conclusiones acerca de los sesgos de los demás basándonos en las apariencias externas -en si sus creencias sirven a sus intereses- mientras que sacamos conclusiones acerca de nuestros sesgos basándonos en la introspección. 
O sea, que miramos en nuestro corazón y vemos objetividad, miramos en nuestra mente y vemos racionalidad y miramos a nuestras creencias y vemos la realidad. Pero este fenómeno tiene una serie de consecuencias, entre ellas las tres suposiciones sobre el error que vamos a comentar a continuación y que es a donde quería llegar. 
Solemos explicarnos la diferencia de visión sobre un tema en cuestión siguiendo tres suposiciones, habitualmente. La primera es la suposición de la ignorancia, es decir, si el otro no ve las cosas que nosotros vemos es porque no conoce bien el asunto, que con explicarle y mostrarle lo que las cosas son, coincidirá con nosotros. Cosa que choca con dos obstáculos, el primero es que la gente suele defender su ignorancia férreamente, no desea saber más de lo que sabe porque no desea cambiar de opinión. El otro obstáculo es que pueda que conozca lo mismo e incluso más y tenga otra valoración diferente a pesar de todo. Con todo y con eso, seguiremos pensando que es que no saben lo suficiente, nuestro sesgo es tozudo. La segunda es la suposición de la idiotez, saben las cosas pero no se enteran, simplemente tienen otra opinión porque no comprenden las cosas que saben, sí, efectivamente, son idiotas. Caer de este guindo cuesta también bastante más de lo que parece. La tercera es la suposición de la maldad. Nuestros oponentes ni son ignorantes ni tontos, simplemente niegan deliberadamente la verdad, son malvados. Tendemos a confundir nuestro modelo de realidad con la realidad misma, a quien ante lo que para nosotros es evidente tiene otra visión, no podemos menos que considerarlo o ignorante, o idiota o malvado. Y llegados a este último caso, el individuo se vuelve peligroso puesto que parece negar la realidad misma y amenaza con su destrucción, lo cual tiene un potencial de violencia y exclusión innegable. A personas así se les excluye (se excluyen según el criterio del sesgo de maldad) de nuestro círculo moral y se tiende a negarles los derechos que consideramos comunes, finalmente puede considerarse razonable silenciarlas para evitar el daño que puedan hacer con su obstinación en negar la realidad tal y como sabemos que es.
Y ustedes dirán que a qué viene esto. Pues por dos razones, la primera es que saber nuestras limitaciones cognitivas nos debería ayudar a ser más humildes y realmente tolerantes, no simplemente de boquilla. La segunda es que leía esta semana una diatriba a cuenta de la beatificación de los mártires en Tarragona con un egregio líder del partido comunista de España como es Gaspar Llamazares en que afirmaba que tal partido durante la guerra civil ni promovió, ni autorizó y cuando pudo evitó persecuciones y crímenes contra los católicos. De lo cual se deduce que los fusilados y perseguidos debieron suicidarse por fastidiar, digo yo. 
Luego he pensado, ya está, mi sesgo hace que piense que el individuo en cuestión ignora las persecuciones, quemas de Iglesias y conventos, fusilamientos de civiles desarmados por parte de las autoridades comunistas de la época y por eso lo dice. Luego como dice que ha estudiado historia, pienso, entonces es idiota, no tiene otra explicación. Pero el tío tiene una carrera o dos, lo que me lleva a pensar, debe ser un malvado, sólo con muy mala intención se puede negar un hecho histórico tan documentado como éste. Y entonces me acuerdo de todo lo que les he contado antes y pienso, pobre hombre, a lo mejor ni ignora, ni es idiota ni malvado, debo ser yo que no me entero de nada y los religiosos beatificados murieron de la gripe. Debe ser eso, seguro. 
La estulticia no tiene límites, ya lo dije antes y me reitero. Más detalles aquí y aquí.

11 octubre 2013

Sin palabras...

¿Hace falta explicar algo? Creo que no.

13 junio 2013

¿Qué tanto de vida heróica hay en tu vida?

Pues eso, igual más de la que parece si te atreves a ir más allá del límite de la comarca en la que tan confortablemente vives. Para ver los subtítulos en español pulsa en CC y busca "spanish".





Hay más comentarios en este enlace.

23 febrero 2013

Porque quiero y porque puedo

Cuando hace unos años, tras retirarse de la política activa, preguntaron a Bill Clinton (sí, ese Bill que ocupó la Casa Blanca de Washington) el motivo por el que se había metido en el lío que conocimos como "affaire Lewinsky" el respondió "porque podía". Muchas de las cosas que se hacen mal siguiendo una pulsión de puro egoísmo se llevan a cabo simplemente porque se puede, porque está al alcance la mano, porque se tiene la posibilidad de hacerlo. No hay explicaciones complejas ni hay que acudir a la psicología profunda o la ideología para comprenderlo. Somos así y esto explica por qué gente que ocupa cargos importantes, en ocasiones, lo usa para su propio beneficio inmediato aunque luego le pase terrible factura en lo personal y en lo social.
En la raíz de toda corrupción hay una persona que puede, que tiene la posibilidad de actuar así y es tentado por el lugar que ocupa. Y no es cuestión de ideología, varía el estilo pero no el hecho en sí como podemos observar si miramos el conjunto completo (y no sólo los contrarios) de los casos que observamos día a día.
Un componente importante de esa "pulsión" o tentación nace del tipo de persona que hemos llegado a ser, de nuestra capacidad o incapacidad de negarnos algo a nosotros mismos. En este sentido Paco Sánchez nos ofrece este interesante análisis:

Se diagnosticó hace ya tiempo cierta incapacidad para esperar como uno de los males de nuestra época: parece ser que cuando queremos algo lo queremos ya y no estamos dispuestos a aguardar ni poco ni mucho. Por lo visto hemos educado así a los niños, pero nosotros ya éramos así: buena parte de la crisis financiera se explica partiendo de esa pulsión inmoderada que nos llevó a comprar a crédito millones de coches y de pisos, segundas casas en el campo y semanas de vacaciones en el Caribe como si fueran antojos, deseos irreprimibles que, si se difieren, pueden producir trastornos patológicos andando el tiempo. Nada de ahorrar durante años para la bici, nada de bracear hasta tener en el banco lo necesario para la entrada del piso. Eso está superado, como diría un buen amigo. Y acabamos en la desesperación de esta crisis sin final de la que solo tienen culpa políticos y banqueros.

Leerlo entero.

15 febrero 2013

Nos importan más los perros...

Tengo esto un poco abandonado, el vértigo de la información diaria, la inmediatez de twitter y facebook, que las tareas diarias se me hayan multiplicado sin buscarlas, en fin que no me da tiempo a poner por escrito lo que me gustaría.
Pero para los lectores impenitentes que vuelven a echar un vistazo, quiero compartir este retazo de mi blog radiofónico sobre asuntos que se quedan viejos en un par de días. A ver si sigo:

"Mientras absolvían al doctor Morín por el homicidio de niños de hasta siete meses, esta semana pasada ha habido gente manifestándose en Sevilla a favor de los perros abandonados… y uno no puede menos que pensar que algo no funciona en el sentido de los valores ante tal desatino.
En cierto programa de televisión alguien afirmaba que trataba a su mascota como un miembro más de su familia, de ahí a tratar a un miembro de su familia como si fuera una mascota hay muy poco trecho.
¿Les parece que exagero? Lo mismo hemos pensado en otros momentos respecto a asuntos parecidos. Cuando en los ochenta se despenalizaron los tres supuestos del aborto basados en la salud de la madre, la viabilidad del feto o la concepción por violación, el argumento era el dilema que suponían esos casos. El aborto era algo malo que se consideraba un mal menor en ocasiones muy concretas. De repente y tras unos años de progresiva deshumanización y entronización del egoísmo y el confort personal como estilo de vida, hemos llegado a considerar el aborto no como un mal, sino como un derecho. Es decir, ha pasado del código penal al de los derechos humanos sin que nos podamos explicar exactamente por qué. ¿Y les parece que exagero si digo que empezamos tratando a las mascotas como miembros de la familia y acabaremos tratando a miembros de la familia como mascotas? Visto lo visto es cuestión de tiempo, me temo."

 A esto le falta una observación que me reservo para otro post. Saludos.