17 septiembre 2006

¿Violento yo?

Las palabras de Benedicto XVI en Ratisbona han desatado un nuevo "conflicto" con el mundo islamista. Una maliterpretación, evidentemente interesada, de lo que ha dicho se ha convertido en gasolina para masas facilmente manipulables que se sienten muy ofendidas al creerse acusadas de ser violentas en la expansión de sus creencias. Por eso mismo han comenzado violentas manifestaciones contra el Pontífice. No sé, pero demuestran precisamente aquello que dicen que les ha ofendido. Si el Papa no quiso acusarlos de violentos, ellos, sintiéndose acusados, demuestran que es peor de lo que se podía pensar. ¿Es que no hay un islam pacífico que pueda frenar la rabia y la agresividad incontroladas?
Hay un acertado análisis de Fábregas (en catalán), individuo nada dado a concesiones a la religión, que comienza hablando de victimismo y manipulación. Igualmente muchas otras bitácoras se han hecho eco del asunto. Como siempre, los más cerriles de los progres (se les ve el plumero) han aprovechado para disculpar a los violentos, acusando a Benedicto XVI de alguna cosa.
Lo triste es que todo esto da la razón a Oriana Fallaci en sus peores augurios y más sangrientos análisis de lo que pasa en la muy complaciente "Eurabia".
Comentarios sobre el tema aquí, aquí, aquí y aquí. A su vez esa bitácoras tienen enlaces a otras en las que sigue la noticia.
Más sobre Oriana Fallaci aquí, aquí , aquí, o aquí, por ejemplo.

07 septiembre 2006

Educación y control social.

En las mentes de nuestros opinadores públicos y políticos, hay una curiosa corriente que contrapone lo privado y lo público para concluir que lo público es prioritario y, en ese caso, el estado, el gobierno, los políticos, ellos, tienen el derecho y el deber de controlar esa parte de la vida de los individuos sin que haya posibilidad de exclusión. Han desmontado o ridiculizado toda moral que pueda interferir en lo público, pero cuando en el vacío resultante empezaron a habitar monstruos, aparecieron las leyes, cuanto más punitivas mejor, para arreglar el desaguisado resultante.
Aquí hay un artículo que analiza con bastante acierto a mi juicio esa paradoja en la que nos movemos y apunta unas terribles tendencias que se pueden observar en nuestra sociedad, creo que lo explica bastante bien.

"ENTRE los rasgos sorprendentes que nos ofrece un sector de la opinión política española se encuentra lo anticuado de su marco conceptual y las raras unanimidades que se registran entre determinados comentaristas de la actualidad. Una muestra de ambas características es la reiteración de una dialéctica entre lo público y lo privado que no cuadra en absoluto con la complejidad y dinamismo de la sociedad actual.

En un periódico nacional muy receptivo para las unanimidades, ha escrito recientemente Aurelio Arteta que la Educación para la Ciudadanía es un “saber de lo tocante a todos que no puede transmitirlo la familia, que es una comunidad parcial y volcada en el interés egoísta de sus miembros”. Habrá de transmitirlo entonces a una institución total que no podría ser otra que el Estado. Poco falta para que el Estado mismo se defina como “un instrumento totalitario al servicio del pueblo”, según se hacía en los veinticuatro puntos de Falange Española que nos obligaban a estudiar en la asignatura Formación del Espíritu Nacional durante la dictadura franquista."

Leer completo.

06 septiembre 2006

Es la condición humana...

En el blog "Al margen de los días", leo una interesante reflexión sobre el progreso y una cita de Pascal que no me resisto a copiar aquí. Enrique Baltanás, el autor del blog, comienza haciendo el siguiente planteamiento.

"La Religión Oficial de la Modernidad (ROM) nos manda que creamos ciegamente en el Progreso. Así, quien no se considere progresista será un bicho raro, un hombre a redropelo y a contracorriente, un iluso y un obtuso.
Pero en el progreso no hace falta creer, porque, sencillamente, es una evidencia. Enfermedades que no se curaban, ahora se curan; distancias que exigían meses, ahora se recorren en horas, etc.
Pero el único progreso evidente, innegable, es el progreso material. En lo moral, el hombre sigue como al principio de los tiempos. Las guerras, los crímenes, las crueldades, la estupidez o la locura, ahí siguen, quizás más atroces porque disponen de más medios."

Me trae la memoria a la inefable Isabel Gemio, oráculo del progresismo politicamente correcto, en un programa nocturno de Radio Nacional que se llamó algo así como "Hablemos de amor" (años 90, antes del deleznable "Lo que necesitas es amor"). Era vomitivo por buenista y relativista. Un día se escandalizaba sobre conductas que a su juicio eran inasumibles en "pleno siglo XX". "Cómo, a estas alturas de la historia, puede pasar eso", bramaba en justa cólera. Daban ganas de gritarle "es la condición humana, estúpida". No hay "memoria histórica", o "memoria genética" que nos dote desde el nacimiento con el acervo de experiencia y moralidad que nos impida repetir los errores a los que se enfrenta cada aventura humana, cada individuo. Pero el mundo "buenista" y politicamente correcto no lo entiende, ni parece ir camino de entenderlo.
Por ello no puedo menos que estar de acuerdo con la cita de Pascal (s. XVII) que sugiere el blog antes citado, es terrible, pero es así.

"Las invenciones de los hombres van avanzando de siglo en siglo. La bondad y la malicia del mundo son, en general, las mismas." (Pascal, s. XVII)

04 septiembre 2006

¿Exagera un poco?

"La Izquierda es una Iglesia. Y no una Iglesia similar a las iglesias surgidas del cristianismo y por lo tanto en cierto modo abiertas al libre albedrío, sino una Iglesia similar al islam. De hecho, se considera besada por un Dios guardián del Bien y de la Verdad. Nunca reconoce sus culpas y sus errores. Se considera infalible, nunca pide perdón. Pretende crear un mundo a su imagen y semejanza, una sociedad construída sobre los versículos de su profeta Karl Marx. Esclaviza a sus propios fieles, los intimida, los vuelve cretinos aunque sean inteligentes. No acepta que pienses de forma diferente y si lo haces, te desprecia. Te denigra, te procesa, te castiga, y si el Partido ordena fusilarte, te fusila. Es antiliberal en fin. Autocrática, totalitaria, incluso cuando acepta el juego de la democracia".

Oriana Fallaci, "La Fuerza de la Razón", pag. 265-266, 2004)
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