Una bitácora personal e intransferible. Un poco de todo, igual me desahogo del estado de ánimo que lo cotidiano me provoca, igual dejo salir algo que quería contar, o simplemente las colaboraciones puntuales que escribo para la radio en plan columnista, buscando el lado chocante de las cosas. Ustedes disculpen.
Hay que reconocer que la necesidad aguza el ingenio. En el caso de los cubanos es tristemente cierto. Hoy entrevistaban en la radio a un periodista que ha estado preso dieciocho meses en Cuba por hacer un reportaje sobre la prostitución infantil en ese país, paraíso de pedófilos que no son noticia, como tantos otros "paraísos" que nadie nombra en ese sentido. Pues bien, en el paraíso cubano, los cubanitos y cubanitas de a pie se las ingenian para sobrevivir más allá de lo que el omnímodo estado comunista les permite. Para prueba este documento, leánlo y asómbrense, como empieza diciendo, si ya habían inventado el picadillo de carne sin carne, ahora han inventado el internet sin internet...
Hay formas de decir las cosas, algunas más duras y otras más hermosas y no por ello menos eficaces. Esta campaña lo demuestra. Gracias a los amigos de Google+ que comparten estas cosas.
El poeta inglés Anden, en un poema sobre Navidad presenta a los tres Magos motivando su viaje: El primero dice: Debo saber cómo ser verdadero hoy. Por eso sigo la estrella. El segundo dice: Quiero descubrir cómo vivir hoy. Por eso sigo la estrella. El tercero dice: Necesito averiguar cómo amar hoy. Por eso sigo la estrella. Al final afirman los tres: Debemos descubrir cómo ser hombres hoy. Por eso seguimos la estrella.
Tengo que reconocer que a mi también me pasa. Me fascina lo nuevo, como diría Spock, debe ser algo atávico y compartido por la inmensa mayoría de la especie humana. No me atrevo a decir que por todos porque seguro que alguno que es inmune a tal atracción.
Si miramos alrededor, vemos que todo está continuamente reinventándose. Incluso las cosas más habituales lucen, con cierta periodicidad, la etiqueta de "¡Nuevo!" para volver a atraer la atención de los habituales o de los indecisos. Abren un nuevo local de lo que sea y, al menos durante un tiempo, concita la atención de las masas. Aunque hay que reconocer que el poder de la novedad tiene un efecto limitado y muchas veces la marcha de la multitud es tan rápida como su llegada.
Estrenamos año nuevo y como cada principio de año sentimos la ilusión de lo nuevo, el cosquilleo de empezar algo, como si hubiera realmente un "algo" en blanco, virgen y sin usar que tuviéramos que llenar de alguna cosa. Como si hubiera alguna novedad real en lo que hacemos a partir de la "hora mágica" en que los dígitos cambian. Buenos propósitos, deseos de felicidad, incertidumbres, todo se agolpa... para, en demasiadas ocasiones, caer en el olvido unas semanas después, justo como tantas novedades que dejan de serlo.
Y aún sabiendo todo eso, no puedo evitar desear que algo cambie y, a la vez, me pregunto si seré capaz de movilizar las energías necesarias para el cambio. Porque querer que algo pase y esperar que suceda sin hacer nada es cosa baldía, evidentemente. De momento me gustaría renovar el esfuerzo por ser un poco menos "erizo" con los cercanos y los lejanos, aunque ese efecto secundario de la timidez es muy complicado de gestionar.
Bueno, ya está bien la parrafada, que tengan todos ustedes un feliz año nuevo y se aseguren que sea así para los demás. Como bonus del día el vídeo de las bolitas que corre por ahí, hay algo hipnótico en su movimiento...